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  1. Solo leyendo y escribiendo se alcanza lo que ansías en el futuro

    Waldo González López - Foto cortesía de Ulises Regueiro.

    Waldo González López – Foto cortesía de Ulises Regueiro.

    –***–

    Si tuvieras que explicar a tus potenciales lectores qué van a encontrar en tu libro, ¿qué les dirías?

    «De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro;
    todos los demás son extensiones de su cuerpo…
    Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria».

    Jorge Luis Borges.

    Bien, estimada Sonja, ante todo, tal refiere Borges en sus palabras que encabezan mis respuestas, para mí el libro es todo eso y aún mucho más, ya que son tantos los años que son mi complemento y ando con ellos, que, si no tengo alguno cerca, no me siento bien. En consecuencia, siempre laboré relacionado con ellos. Primero como profesor de Historia del Teatro Universal y Cubano, en la Escuela Nacional de Teatro, luego como periodista cultural en varias revistas, tarea en la que estaba íntimamente vinculado al libro, pues, además, laboraba como asesor literario y jurado en concursos de poesía, cuento, dramaturgia, ensayo, crítica literaria y teatral y otras manifestaciones.

    Ya jubilado, en Cuba primero y, desde el 2011, cuando arribamos Mayra del Carmen y yo a Miami, continúo, más que nunca, sigo enrolado en los libros y la literatura, como escritor (poeta y crítico literario y teatral, y jurado). Como ves, he ejercido durante décadas, casi toda mi vida laboral, el que con brillantez denominara nuestro José Martí: «El ejercicio del criterio».

    De tal suerte, mientras escribía poemas ―sin prejuicio por ninguna estrofa: sonetos, décimas, romances, liras, verso libre, poesía para la infancia, como a un tiempo, preparando antologías temáticas de poesía y décima cubanas que luego iba reuniendo y publicando en cuadernos y libros― solo a inicios de este 2021, tras proponer a nuestro Amir Valle, más que colegamigo, hermano menor (solo en edad, por supuesto, pues le sobra madurez y talento), la publicación de un valioso decimario del querido poetamigo y arrojado luchador anticastrista cubano Rigoberto Díaz Cutiño ―que también prologué―, recordé y ahora sí tomé en cuenta la sugerencia de autores amigos durante décadas: «Waldo, tanto que apoyas a colegas, ¿por qué no publicas tus ensayos, prólogos y artículos sobre poesía y poetas?». Pues, finalmente, me decidí a seleccionar los textos que pienso mantienen vigencia y a preparar esta suerte de antología que es, asimismo, mi primer volumen de crítica en torno a este tema: La poesía, esa voz que llega a nosotros.

    Aunque no me lo preguntas, Sonja, te diré por qué este título que le ha gustado a muchos colegamigos. Pues proviene de los dos Escritores (en mayúscula) latinoamericanos que mucho admiro desde décadas atrás y, por cierto, prohibidos en Cuba: el icónico poeta, narrador y ensayista argentino y universal Jorge Luis Borges, que leo desde mi primera juventud, y el narrador, crítico de cine y periodista cultural Guillermo Cabrera Infante, a quien descubrí, ya dejando atrás la adolescencia, en sus excelentes relatos reunidos en Así en la paz como en la guerra, que ya anunciaban sus posteriores narraciones  posmodernistas: Tres tristes tigres, O, La ninfa inconstante, así como su incambiable libro de críticas de cine: Un oficio del siglo xx (las que, por cierto, irónicamente, firmara con el seudónimo «Caín») y, sobre todo, un libro inclasificable preferido por el propio Guillermo y por mí: Exorcismos de Esti(l)o, al que le dediqué un ensayo que, publicado pocos meses atrás, por cierto, olvidé incluir en mi más reciente volumen de crítica de narrativa: Ejercitar el criterio, publicado por otro colegamigo: Eduardo René Casanova Ealo, por su Editorial Primigenios, aquí en Miami.

    Mas, regresando a La Poesía, esa voz que llega a nosotros, te subrayo que me place sobremanera su cuidada factura y su presencia, como su belleza y el cuidado de la edición, virtudes que, si bien ya las agradecí a nuestro querido Amir Valle, director de Ilíada Ediciones —en cuyo catálogo me honra estar incluido—, aprovecho ahora tu entrevista para hacer llegar mi gratitud a todos los responsables de la calidad de la edición, entre los que no puedo dejar de mencionar a la que considero el ángel celador de la mayoría de mis libros, quien ha estado junto a mí (¿soportándome?) la friolera de cuarenta y cuatro años, y siempre, a través del «tiempo, todo el tiempo» (sic. Eliseo Diego) ha enriquecido mi existencia: «Mi novia de siempre, mi esposa incambiable y mi editora particular». Claro que es (¿quién si no?) Mayra del Carmen Hernández Menéndez, la que, sin nunca dejar de ser la gran editora, que lo ha demostrado durante su intensa y extensa praxis de cuarenta y siete años en editoriales cubanas y algunas miamenses, es, además, una prolija investigadora y la más rigurosa ensayista especializada en el discurso femenino de la décima en Cuba. ¡Ah!, y ahora que hablo de Mayra del Carmen, añado otro dato esencial: la foto ―que, ¡claro!, mejora mi imagen en la cubierta o portada― fue tomada por el músico de la familia: el guitarrista, tresero y compositor, y, sobre todo, nuestro hijo: Darío Damián.

    Pero, antes de explicar a los lectores los temas que hallarán en mi libro, te reitero que este es el primero que publico en esta función ―tal denominara el maestro mexicano Alfonso Reyes el análisis crítico literario, y no «género», tal solemos mal llamarlo—, pues con anterioridad había publicado cinco de crítica de narrativa, por varias editoriales cubanas, una ecuatoriana y una estadounidense, en Miami.

    Bueno, por fin, paso a explicar a los futuros lectores los temas abordados. En el libro, dedico sendos ensayos a las formidables poéticas de dos grandes figuras de España y Argentina que fueron y son, asimismo, brillantes autores de espinelas: «La décima de Miguel Hernández: una vertiente no tan conocida» y «Fernández Moreno, sus esenciales décimas a la vida». Ambos trabajos surgieron como «ponencias» (que no «quitancias», por emplear el antológico neologismo del recordado narrador y amigo Gustavo Eguren, hermano de otro gran amigo: el inolvidable profesor de actuación, icónico actor y director teatral Raúl Eguren). En el caso del gran Miguel, analizo las que escribiera en sus piezas teatrales: El labrador de más aire (1937) y Pastor de la muerte (1937), como otras de las ciento cuarenta y seis que dejara en sus Obras completas. Repartidas a lo largo de su producción poética o en sus piezas escénicas, poseen la necesaria calidad que sitúa a su autor, sin duda, entre los mejores exponentes de esta estrofa de raigambre hispanoamericana, como de aliento universal.

    En el caso del relevante argentino Baldomero Fernández Moreno sus décimas y versos contemporáneos, comparten variados temas: lo vital, la cotidianidad e, incluso, lo autobiográfico, como asimismo el humor, la ironía, la sencillez y la nostalgia, con aliento coloquial o conversacional ―del que constituiría su autor, dúo emblemático con el colombiano Luis Carlos López (1883-1950). El coloquialismo/conversacionalismo es uno de los rasgos de la poesía norteamericana, trasvasado al verso hispanoamericano que, en los años 50 del xx, le aportaría frescura; mas, por su desmedido uso, sobre todo, entre no pocos poetas de la Isla, lo dañaría por simplificarlo en extremo.

    Sin embargo, por las virtudes enunciadas arriba, solo después, algunos poetas del subcontinente lograrían emparentarse, por su calidad, con las estrofas del argentino. Así, Fernández Moreno la dominaría como quizás ningún otro de sus coterráneos, pues superó, incluso, a no pocos de sus colegas de la Isla, donde la décima sentaría pauta mayor en la región ya desde el siglo xix, cuando el poeta José Fornaris la definiera como «la estrofa del pueblo cubano».

    Tras publicar trece volúmenes de poesía, entre 1915 y 1927, Baldomero Fernández Moreno, en 1928, saca a la luz su primer y único cuaderno en esta forma métrica: Décimas, que le merece el Segundo Premio Nacional de Poesía ese año. Asimismo, entre 1933 y 1937, obtiene el Primer Premio Nacional por Dos poemas, Romances y Seguidillas.

    En «Borges, el escritor total», según lo definí años atrás, abordaría cuatro facetas que, no tan comunes entre sus colegas del gremio, sí lo serían para el gran escritor que ahora redefino como «cuatripartito»: pues fue poeta, narrador, ensayista y traductor al mismo tiempo y con idéntica brillantez. En consecuencia, muy temprano sus insustituibles páginas me atraparon por la plenitud del genuino talento y la cultura del multiescritor, quien reunió en su magno corpus literario una producción incambiable y una de las mejores de Latinoamérica, por lo que, en 1961, compartiría, con el notable dramaturgo irlandés del teatro del absurdo, Samuel Beckett, el Premio Internacional de Literatura, que le sería otorgado por el Congreso Internacional de Editores en Formentor, en Mallorca. El galardón lo promovió a nivel mundial y le ofreció la posibilidad de que su obra fuera traducida a numerosos idiomas: inglés, francés, alemán, sueco, noruego, danés, italiano, polaco, portugués, hebreo, persa, griego, eslovaco y árabe, entre otros, sin olvidar que el mayor autor argentino del siglo xx, recibiría muchos otros galardones, conferidos a lo largo de su intensa y extensa existencia.

    Décadas atrás, en la Biblioteca de la Casa de las Américas, de La Habana, leí in situ (porque, como autor prohibido, a pesar de estar afiliado a la Biblioteca, no se podían extraer sus libros para llevar a casa) Fervor de Buenos Aires (1923) que prefigurara su posterior creación y en cuyas páginas hallé un sorprendente poeta que, ya en ese cuaderno iniciático, presagiaba la inapreciable entrega de sus magistrales versos a lectores en diversos ámbitos e idiomas, al punto que devino casi desde entonces un autor esencial, tal lo constatan los miles de seguidores del  argentino, a quien, injustamente, nunca se le conferiría el Premio Nobel de Literatura, por aceptar un lauro en el Chile bajo Augusto Pinochet.

    Junto a la editora Mayra Hernández, compañera de su vida.

    Junto a la editora Mayra Hernández, compañera de su vida.

    Asimismo, ¿graciosa o irónicamente?, por firmar «un manifiesto en apoyo a los cubanos que en 1961 ¿invadieron? la isla por Bahía de Cochinos» fue suficiente para que el régimen castrocomunista ―que desde sus inicios politizó toda la cultura― impidiera la publicación de los estupendos libros de este, uno de los autores realmente universales del subcontinente y el latinoamericano más citado, tal revela Alfredo Alonso Estenoz, profesor de Literatura Latinoamericana y Lengua Española del Luther College de Iowa, EE. UU., en su volumen Borges en Cuba. Estudio de su recepción, publicado por el Centro Borges de la Universidad de Pittsburgh, libro de bolsillo que brilla por su enjundiosa investigación.

    Un aspecto no tan conocido en Borges ―quien para muchos fue un atildado y sobrio «señor mayor», tal uno de los sabios griegos, Aristóteles mediante― es el humor, rasgo que asimismo abordo con ejemplos en este ensayo, con el que demuestro su «argentinidad», su invulnerable carácter, su insuperable genio.

    Por su parte, en «El inolvidado mito Buesa», subrayo que este poeta fue el más popular de Cuba en el siglo xx, pues marcaría la incipiente vida literaria de quienes, en los años 50 e inicios de los ¿dorados? 60, aún éramos adolescentes. Tal les sucedió a no pocos poetas de mi promoción, que leímos sus versos en ediciones piratas y nos impactaron, al punto de que su lectura sería decisiva, gracias a aquellas y otras tiradas que, a la postre, eran pagadas por los propios autores y realizadas en imprentas privadas, ya que no existían otras opciones, tópico conocido gracias a destacados intelectuales ―como los recordados Eliseo Diego, Félix Pita Rodríguez, Onelio Jorge Cardoso y Dora Alonso―, quienes lo testimoniarían después en entrevistas.

    Así, la popularidad de Buesa era tal, que todas las capas de la sociedad adquirían sus cuadernos, lo que corrobora su celebridad en la población. Era, en suma, El Poeta (en mayúscula) más leído por la común y sencilla «gente de pueblo», por decirlo con el título de un conocido libro de cuentos de otro popular escritor, desde que en esos años publicara su primer libro: el narrador Onelio Jorge Cardoso, «El Cuentero», con quien amistara este crítico que ahora evoca a ambos creadores.

    Por tal celebridad, casi todas las cubiertas o contracubiertas de sus poemarios ostentarían el conocido rostro de galán, amado por tantas mujeres y amante de varias damas de la alta burguesía, entre ellas, la esposa del dictador Fulgencio Batista (según una alusiva confesión del poeta que se lee en su valiosa autobiografía Año bisiesto), tópico por lo demás común en el ideario socioestético de la época, más aún entre las figuras públicas; sin embargo, tras el [in]esperado arribo del castrismo y su ataque a «la seudocultura de la burguesía», se le confinaría, como a tantos, en el silencio, dejando en ascuas a los miles de seguidores del neorromanticismo buesiano, presente no solo en gran parte de su poesía, sino asimismo en otros medios: el cine, la radio, la televisión y la prensa plana.

    Los tiempos han cambiado, como los «humanos, demasiado humanos» que somos, tal diría uno de mis filósofos de cabecera; mas, esa esencia inexplicable y aunadora, suerte de imán sensorial entre dos que se aman; esa sustancia de rango íntimo, personal y, a un tiempo, universal (pues involucra nuestra individualidad con la de todos), no ha cesado ni cesará jamás, desde Grecia ―con sus dioses y héroes míticos, estudiados e incluidos en las reveladoras teorías del clásico Padre de la Psicología moderna, Sigmund Freud― hasta este insólito y complejo siglo xxi. En fin, el fantasma de Buesa… ¿seguirá recorriendo el mundo?

    Junto al escritor y opositor intelectual cubano Ángel Santiesteban Prats.

    Junto al escritor y opositor intelectual cubano Ángel Santiesteban Prats.

    Otros que no dudo atraigan a los lectores latinoamericanos y, en especial, a los cubanos, son: «Caín: ¿y también la poesía? y «Mike Porcel: sus genuinas Tonadas y versos». En el primero, parto de varios textos breves del ya mítico Guillermo Cabrera Infante, tomados de mi ensayo, no incluido en mi más reciente libro de crítica de narrativa: «Un libro posmodernista per se: Exorcismos de esti(l)o», quien —sin duda, es el más agudo integrante de la tríada cubana del Boom, en la que figuran, además, Reinaldo Arenas y Severo Sarduy— lograría evidenciar su sensibilidad, al margen de la eironeia con la que cautivara el polisémico narrador a sus irredentos lectores, entre ellos, quien escribe estas líneas.

    De ahí que, en su libro más insólito, creativo y, ¿por qué no?, delicioso: Exorcismos de esti(l)o, haga gala de tales virtudes, al margen de corroborar lo que digo atrás en torno a su sensibilidad e ironía que aquí se confabulan para lograr estos breves, pero intensos fragmentos de genuina poesía en prosa, prosa poética o prosemas.

    En «Mike Porcel: sus genuinas Tonadas y versos», demuestro, a través de sus canciones, la capacidad lírica de este genuino trovador cubano, quien ostenta el indudable título de mejor y mayor cantautor del mal denominado Movimiento de la Nueva Trova, según lo catequizaran los fundadores de este ex sacrosanto grupo, hoy extinguido, pues quemaron las equívocas naves del oportunismo, del que se valdría, sobre todo, el disfónico y ya frustrado Silvio Rodríguez, para —envidia mediante— atacar, difamar y vilipendiar a Mike, cuando tras años de impuesto silencio, quiso exiliarse en Miami, donde ya residían su esposa e hijo, y aunque logró atacarlo, no lo incapacitó, lo que la vida sí conseguiría en su  atacante, el mediocre Silvio, quien ya ni silba sus agónicas y exhaustas ¿canciones?

    A Silvio y a otros que, calladamente, lo envidian todavía, les dedicaría su antológica canción, «Los oportunos» ―con la que concluí mi crónica «Mike Porcel en El Espejo»― y de la que ofrezco la siguiente estrofa, cuya finísima ironía con su aguzado filo corta el aire: «Los oportunos siempre llegan / cuando las oportunidades / vagan con prisa por las calles / y los demás no las esperan. / Los oportunos son muy diestros / en eso de alcanzar la gloria. / Fouché encabeza sus memorias / y es Maquiavelo su maestro.»

    La exuberante creación poética y cancionística de Mike Porcel alcanzaría tempranamente la compleja jerarquía de clásica, tal ha sido y es reconocida en sus conciertos en Europa y los Estados Unidos, lo que no le ha restado su invariable sencillez, tal acontece con los verdaderos grandes, que vinieron al mundo a entregar sus dones.

    Igualmente incluyo mi ensayo «Vida, pasión y muerte de Violeta Parra», en la que abordo la rica y compleja existencia de la siempre recordada artista chilena, quien, nacida el 4 de octubre de 1917, se suicidaría por amor el 5 de febrero de 1967. Creadora total, ancestral y contemporánea, «La Viola» sería cantora, pintora, escultora, bordadora y ceramista, pues, amante del inimitable folclor de su tierra, ofrendaría su breve pero feraz existencia a cantar la triste existencia del huaso chilensis.

    Sus décimas dicen más por su adopción de cenitales elementos, entre otros, la vox populi, la honda conceptualización y el fino lirismo, en tanto asumen la profunda esencia popular, pues sus versos dominan las puras expresiones de sus amados huasos, «gente de pueblo», tal se autodefiniera la inimitable cantora, recordada por la Fundación que ostenta su nombre.

    Otro ensayo que resultará de interés para muchos es «Sones y versos a Nicolás Guillén: Homenaje y sátira, de Alain de León», en el que analizo el valioso poemario del también narrador cubano residente en Miami, quien, no obstante reconocer la calidad de la poesía del denominado e impuesto Poeta Nacional, no deja de satirizar buena parte de sus versos, escritos por el vate camagüeyano, tras ser comprado por el oro del tirano, quien lo tuvo y mantuvo como el escriba de su militarizada corte, por lo que su hasta entonces valiosa creación, devendría obra de baja estofa, pues la ansiada posteridad no lo tendría tan en cuenta, tal sucede en todos los tiempos y regímenes a los creadores que se venden al mejor postor… del poder y el dinero.

    Alta calidad evidencia Alain de León, nuevo poeta satírico cubano, quien, siguiendo la pauta de Tito Livio en Ab urbe condita (VII), extiende como otros poetas antes su aplicación a personalidades políticas, para ya arribar a la gustada y necesaria sátira, con la que se critica a gobiernos y regímenes, dictaduras y dinastías que, cuando alcanzan por cualquier medio el poder, jamás quieren abandonarlo y se aferran a sus delicias, hasta con los dientes. De tal suerte, en sus «Epigramas presidenciales» hay óptimos ejemplos de la ironía empleada por Alain, tal se corrobora en los siguientes versos: «El imbécil de Maduro, / piensa que es un tipo duro: / su gobierno y su apellido / ya están oliendo a podrido. // Ha anunciado su retiro / Raúl para el dieciocho. / ¿Aún piensa seguir con vida / semejante “viejo chocho”? // El Coma Andante Fidel / sueña regresar al trono, / por eso come moringa, / para volver hecho un toro.»

    «Fuera del juego: más de medio siglo después» examina el icónico poemario del recordado Heberto Padilla, quien sufriría la furia de La Bestia de Birán, quien, tirano y déspota implacable, encarcelaría al valioso poeta que se atrevería a acusar al supuesto omnipotente asesino que, deux e machina, se creyó el magnus rex de su imperio tropical.

    Acusado, como su entonces esposa y también poeta, Belkis Cuza Malé, de «actividades subversivas» contra el Gobierno, él sufriría las torturas psicológicas en la temible y terrible Villa Maristas, el mayor centro de torturas del Gulag castrista. Pero no fueron en vano la osadía y la odisea de Padilla, pues el preciado volumen le traería al sangriento tirano, hoy felizmente muerto, infinitos problemas a nivel global, porque en sus páginas el poeta develó al mundo la verdadera esencia del comunismo que el déspota admirara desde su juventud, actuando como vulgar matón en la universidad capitalina, cuando le extasiara la temible figura de Hitler, tal se comprueba en el título de su autodefensa La Historia me absolverá, tomado del panfleto Mi lucha (Mein Kampf), del Führer, al que intentara remedar el abyecto caudillo tropical, repitiendo su trayectoria, con el fusilamiento de miles de valientes luchadores anticastristas.

    Finalizo este ensayo, incluyendo varios ejemplos convincentes que corroboran la calidad de Fuera del juego ―como poemario y documento testimonial contra la ya sexagenaria, oprobiosa y sangrienta tiranía castrista―, volumen esencial no solo en el corpus de la valiosa obra poética de Heberto Padilla, sino además en el vasto y diverso contexto de la mejor poesía escrita en Cuba de 1959 a la fecha.

    Hay otros ensayos en los que analizo sendos poemarios de dos destacadas intelectuales cubanoamericanas residentes en Miami: Amelia del Castillo y Maricel Mayor Marsán, además de otros textos (artículos, prólogos y presentaciones de libros) de la española Amada García Puentes, la uruguaya Annabella Lapasta y las cubanas: Janniset Rivero, Ena Columbié, Lina L. Cofresí y  Mayda Anias Martínez, como asimismo de los cubanos: Rafael Vilches, Rigoberto Díaz Cutiño, Jesús Álvarez Pedraza, Vicente Echerri, Augusto Lemus, Ariel Aboal, y finaliza la nómina un comentario sobre los dos poemarios publicados en Miami del también cantante, actor e imitador Olber Vargas.

    Como habrás apreciado, por la variedad temática de los textos incluidos, Sonja, mi libro posee varia invención e intención, peculiaridades que espero lo hagan atractivo al presunto lector.

     

    Junto a su esposa, la editora Mayra Hernández y al escritor cubano Rafael Vilches Proenza.

    Junto a su esposa, la editora Mayra Hernández y al escritor cubano Rafael Vilches Proenza.

    La poesía, esa voz que llega a nosotros es, más que una simple compilación de ensayos sobre poesía, uno más de tus gestos generosos como promotor literario, pues además de nombres clásicos que no necesitan esa promoción, hay otros sobre quienes llamas la atención. ¿No es riesgoso ese juego de apostar por nuevos nombres o nombres poco conocidos fuera del mundillo cultural en Cuba y los Estados Unidos?

    Tal vez suceda lo que dices, pero el riesgo ¿no es acaso otra manera con que nos sorprende la aventura, que es siempre la creación literaria? Recuerdo ahora las hermosas cartas de Rilke a un joven poeta que leí tempranamente, antes de iniciarme en la crítica… Mira, Sonja, es que son muchos apuntes y reflexiones. Nunca he pensado en el ¿peligro? que siempre he afrontado desde que, décadas atrás, me inicié en el difícil, ingrato y, no obstante, necesario oficio de «ejercitar el criterio», tal titulé, con José Martí, mi quinto libro de crítica de narrativa, como ya te dije.

    En Cuba, aposté por autores clásicos y noveles, reconocidos y  principiantes, y nunca me preocupó qué harían en el futuro, porque confiaba que escucharían el consejo que nunca he dejado de repetirme  ni decir a mis colegas en Cuba y Miami: leer y siempre leer y, solo después, escribir. Es como la escuela, la Universidad: solo leyendo y escribiendo se alcanza lo que ansías en el futuro que puede ser la próxima semana, el año que viene…, o nunca.  O sea: el éxito que, por otra parte, es, como todo, relativo, pues lo que para ti significa el éxito, quizás para aqueél otro no lo sea. El éxito, ¿es «eso» que solemos llamar, así como jugando: el triunfo, la alegría, la felicidad? No lo sé, pero se parece. Un ejemplo lo tienes hoy, cuando me alegra responder a tu cuestionario, porque todo lo que se relaciona con la literatura, me interesa, me gusta, no me aburre. A propósito, te adjunto un breve texto, que escribí e incluí en mi último poemario publicado en Cuba, que define «La felicidad», cuyos versos dicen: «Es un ave que pasa / dejando una estela de fulgor / para solo regresar / de tarde en tarde. // Surge ataviada para la ceremonia, / pero tras deslumbrarnos / desaparece. // No dejes que se pierda / en el viento de la noche / tu pájaro fugaz.»

     

    Junto a otro célebra cubano: el caricaturista Aristide.

    Junto a otro célebra cubano: el caricaturista Aristide.

    Resultaría curioso conocer hasta qué punto puede el Waldo González López poeta distanciarse de su estética y su gusto personal a la hora de buscar la necesaria objetividad crítica para no caer en esos «amiguismos» y «capillismos» promocionales que tanto abundan en las letras cubanas.

    ¿Solo en las letras cubanas…? Cuando, en los años 70, era profesor de Historia del Teatro Universal y Cubano en la Escuela Nacional de Teatro (ENT), una mañana, al dirigirme a tomar el ómnibus para ir mis clases en la ENT, vi a dos barrenderos discutiendo acaloradamente por una razón de índole… ¿filosófica?: quién hacía mejor su labor. No me detuve, pues en apenas segundos me percaté que, incluso, las más humildes personas, revelan un rango esencial e innato en los humanos que somos, y por el que el mundo continúa adelante, a pesar de las envidias, las pasiones y las guerras: todo lo que conforma ¿o deforma? el carácter, la idiosincrasia, en fin, las cruentas y complejas criaturas que somos.

    Con este ejemplo, por otra parte, subrayo las ¿ocultas? patrañas y amarguras en la miserable existencia de algunos ¿o de tantos?, siempre por el afán por tener más dinero y lujos que el vecino, al que quizás ni siquiera conoces su nombre. No por creerme sancto sanctorum, pero mis más cercanos saben que siempre lucho por no caer en tales disensiones con mis colegas, pues sus triunfos, si los ganan limpiamente, me satisfacen y alegran, a pesar de haber recibido en no pocas ocasiones, junto a mis éxitos literarios, molestias visibles en los rostros de algunos… envidias, difamaciones, traiciones.

    De ahí que genuinos amigos, tanto en Cuba, como aquí en Miami, me han recomendado en no pocas ocasiones no apoyar a tantos que no lo merecen ni lo agradecen, y ocuparme más de mi obra. Sin dejar de apuntalar a colegas ―porque soy así y así moriré―, durante los últimos tiempos en Miami, atiendo más mi obra y decidí no continuar mis tertulias, pues, al margen de tales consejos magnánimos, ya llegado a la provecta y abyecta edad de 75 años, pienso que no me queda tanto tiempo para regalarlo a algunos que no se esforzaron por lograr lo que otros, y no solo yo, hemos alcanzado, y prefirieron dilapidar su tiempo en diversos asuntos que podrían esperar y a los que nunca yo les dedicaría mi atención.

    Desde temprano, cuando aquel adolescente que fui yo pergeñaba mis iniciáticos versos, intuí que quería ser poeta y escritor. Por eso, desde entonces, me imaginaba el futuro con no pocos libros publicados, lo que ya he realizado hoy, cuando creo haber logrado, con esfuerzo e incansable aliento, lo que muy temprano vislumbré y luché por su obtención. Solo así era posible alcanzar aquel sueño de hoy. Y de ningún modo me creo extraordinario ni nada de eso. No: simplemente he logrado lo que he podido; pero la lucha por alcanzar lo que hoy tengo, creo que vale tanto como los años de sacrificio… Mas, por otra parte, mirando atrás, nunca pensé que era sacrificio llegar cansado de impartir clases a mis alumnos, hoy destacados actores; escribir para la radio y otros medios; y, casi enseguida (¿eh, Mayra del Carmen?) asistir a las clases nocturnas en la Escuela de Letras, de Licenciatura en Literatura Latinoamericana.

     

    ¿Cómo afectó o enriqueció al escritor e intelectual que eres la decisión de cambiar de país y fijar tu vida en una ciudad como Miami?

    Ante todo, te confieso que, a diferencia de Mayra del Carmen, no me afectó grandemente, pues ni siquiera en Cuba vislumbré como un recomienzo ―a pesar de haber llegado con 65 años― nuestra hoy actual vida en Miami, porque pensamos muy bien el paso que daríamos; no solo estábamos seguros de la decisión, pues no soportábamos más continuar [sobre]viviendo en la mentira, la artimaña, las [cotidianas] traiciones de tantos, incluso algunos cercanos, que deforman la ¿existencia? en Cuba, signada por la carencia de lo más esencial; todavía hoy, tras una década residiendo en Miami, me pregunto cómo pudimos sobrevivir en aquel campo de concentración, aquel Gulag tropical. Por eso, le juré a Mayra del Carmen (y a toda la familia que nos esperaba) al arribar y pisar la loza del Aeropuerto de Miami, que yo jamás regresaría y, aunque no soy creyente, cuando juro, lo cumplo, le reafirmé.

    Al poco tiempo de mi llegada, me involucré en la vida cultural: teatral y literaria de nuestra ciudad, particularmente la que se ubica en la mundialmente conocida Calle 8. Así, comencé a asistir a los estrenos de los teatros casi todos cubanos, que entonces circundaban la zona: Havanafama, del director Juan Roca (a la que fuimos llevados por mi amigo desde los tiempos de la ENT, donde y cuando éramos tan jóvenes: Rodolfo Pérez Valero); la sala ArtSpoken, del director y dramaturgo Yoshvani Medina; el teatro Trail y su atractiva sala Catarsis, a cargos de la valiosa comediante colombiana Marisol Correa y su esposo Jorge Angulo, y el Festival Internacional de Teatro Hispano, conducido por su fundador: el actor y director cubano Mario Ernesto Sánchez…

    Sobre este punto, en una reciente crónica ―publicada en la revista online Palabra Abierta, del colegamigo Manuel Gayol Mecías― nostalgio los trabajos y los días hesiódicos de la ya mítica Librería Universal, cuya rigurosa y puntual dirección asumiera el admirado luchador anticastrista y fiel editor Juan Manuel Salvat, quien igualmente haría de su recordada librería, un genuino Centro Cultural, pues allí disfrutamos de eventos literarios y teatrales, gracias al asimismo incansable propietario del sello editorial homónimo quien, tras una fértil labor dedicada a la honrosa tarea de publicar, desde 1969, la verdadera historia de Cuba, lamentablemente cerraría sus puertas en el 2013, dejando su imperecedera huella cultural e histórica en la Ciudad del Exilio Latinoamericano.

     

    Junto a los escritores Eduardo René Canasona Ealo, director de la editorial Primigenios, y Juan Francisco González Díaz.

    La poesía, esa voz que llega a nosotros es apenas una ínfima parte de todo el trabajo que como crítico literario has realizado. Recientemente, por la colega Editorial Primigenios, acabas de publicar otro volumen de tus trabajos en este campo. ¿No crees que es hora ya de organizar toda tu obra crítica, de modo que las generaciones futuras puedan encontrar y valorar en su justo peso tu intenso y amplísimo trabajo crítico y ensayístico?

    Sonja, antes te aclaré que este es mi primer libro de crítica de poesía, pues el que publiqué por Primigenios es el quinto de crítica de narrativa que se suma a tres publicados anteriormente en Cuba y otro en Ecuador.

    Ahora voy a tu válida pregunta, ya que, a punto de salir La Poesía…, recordé dos prólogos que olvidé incluir en este volumen: el que escribí para la plaquette o cuaderno con mi ínfima antología de hermosos textos que traduje del francés de mi poeta galo de culto: Jacques Prévert, también guionista y autor de hermosas canciones, tal la clásica Les feuilles mortes, y que logré publicar, no sé cómo, en medio del especial Período EspAcial, tal solía nombrarlo, pues también aún no recuerdo cómo sobrevivimos a aquel tiempo sin tiempo, acaso espacio de rerum natura, en una Galaxia jamás imaginada ni siquiera por el fabulador-poeta Ray Bradbury.

    De aquella histórica edición, preparada con el hambre que pasábamos todos ―como nunca imaginaría el Premio Nobel sueco: Knut Hamsun, mientras escribía, a fines del siglo xix, su novela homónima que influyera en la narrativa de Franz Kafka―, no pocos jóvenes y entusiastas poetas, a pesar de la carencia y la miseria reinantes, leerían con fruición aquellos textos que devendrían populares, pues asimismo fueron disfrutados por muchos en la sección de Poesía, de la revista Bohemia ―que atendí durante años―, como la «Página Final de Poesía para Niños» que, en dicha revista, lográbamos publicar con algunos colores. Bien, de aquella también modesta plaquette, apenas conservo un ejemplar, como asimismo de la mínima antología de otro poeta preferido: el gran irlandés William Butler Yeats, cuya edición de Hasta que Dios queme el tiempo…, asimismo preparé y prologué.

     

    Pregunta gastada, pero siempre necesaria para los lectores. ¿En qué nuevo proyecto anda ahora mismo Waldo González López?

    En cuanto a proyectos, estimada Sonja, por ahora tengo otro no tan lejano: la publicación de un volumen con la selección de mis crónicas, «género» periodístico que prefiero, por más cercano a la literatura, y en la que me iniciara, bajo la advocación de mi recordado colegamigo y crítico de arte, ya fallecido, Juan Sánchez, quien creara la sección homónima dedicada a dicho género en Bohemia. En ese libro, incluiré las que allí aparecieron, como asimismo otras escritas y publicadas, desde mi arribo a Miami, en revistas online y blogs de aquí y California, como en diarios latinoamericanos.

    Por último ―y no menos importante―, me resta agradecer, tanto a ti, Sonja, como a Amir, esta muy larga entrevista, pues inveterado periodista, desde décadas he entrevistado a cientos de escritores, teatristas, músicos, cineastas… y un largo etcétera, pero en pocas ocasiones, salvo por la obtención de un premio, o la publicación de un nuevo libro, soy entrevistado…

    Vamos, que, ya concluyendo esta charla virtual, me viene a la mente otra máxima hispana: «En casa del herrero, cuchillo de palo». Entonces, hasta la vista a mis ciberlectores, en mi próxima columna de crítica teatral «En Primera Persona», de la revista OtroLunes, atendida por nuestro infaltable Amir Valle.

  2. La ficción está para poder poner en cuestión cosas que la realidad no te permite

    PEDRO ANTONIO CURTO (País Vasco, España). Es un prestigioso articulista de prensa.Desde temprana edad su familia se traslada a la ciudad asturiana de Gijón. Ha publicado los libros de relatos Crónicas del asfalto y Los viajes de Eros, y las novelas Un grito en la agonía, El tango de la ciudad herida, Los amantes del hotel Tirana (novela ganadora del Premio Ciudad Ducal de Loeches, 2009) y Decir Deseo. Ganador de diversos premios literarios, entre ellos, el Premio Internacional de Periodismo Miguel Hernández 2010.

    Esta entrevista nace con motivo de la publicación en la colección Caribdis de su novela Blues de los cuchillos.

    –***–

    Si tuvieras que explicar a tus potenciales lectores qué van a encontrar en tu libro, ¿qué les dirías?

    Van a encontrar una historia abierta, narrada a tres voces, que confluyen en torno a un mundo del arte como modo de vida, al circo como espacio simbólico, uno de los últimos colectivos nómadas y que se verán enfrentados a la ciudad sedentaria, que es nuestro modelo de vida.

    Es evidente que la novela aprovecha el entorno del circo para cuestionar la vida, la realidad misma de ese mundo que habitamos. Es una inmensa parábola. Esta mirada obliga a pensar que eres de esos autores que confieren a la literatura un papel en la sociedad. Literatura: ¿diversión o responsabilidad intelectual?

    No hay literatura sin ejercicio intelectual, del tipo que sea. La literatura debe hacernos pensar, aunque sea a través del sentimiento o cualquier otra emoción. La ficción está para poder poner en cuestión cosas que la realidad no te permite, para troceando esa realidad, descubrir los agujeros negros o al menos, intentarlo. Debemos meternos en un libro como quien se mete en un laberinto,  incluso a riesgo de no salir de él, pues lo importante es el viaje. Además, buena parte de los libros que perduran son los libros-laberinto.

    También es muy curioso que en Blues de los cuchillos ciertas situaciones hagan guiños cómplices a grandes como Kafka, pero también contengan dosis muy sugerentes de poesía. Se impone entonces que hablemos de tus maestros e influencias literarias.

    Kafka es uno de mis referentes y en esta novela es posiblemente donde más presente está. Uno de los temas del Blues de los cuchillos es el deseo y la violencia en su sentido de transgresión de la norma, que es algo muy de George Bataille. Después está el personaje femenino, Yamile, que al hablar desde primera persona y con una intimidad poética, tiene influencia de diversas voces como Anaïs Nin o Marguerite Duras. Y aunque sea de una manera velada, la poesía confesional de Alejandra Pizarnik o Sylvia Plath.

    Blues de los cuchillos muestra algunas de las caras de esa violencia en la que hoy mismo el mundo está hundido, violencia contenida en muchos sentidos por el amor, lo que confiere a la obra, sin dejar de ser literatura española, un aliento universal. Siguiendo la tesis que planteas en la novela ¿cuál sería el antídoto de tus personajes contra esa violencia que se ceba en ellos mismos, en sus relaciones interpersonales, en su entorno?

    Dos personajes del Blues de los cuchillos se relacionan a través de una violencia simbólica, el lanzamiento de cuchillos, que no es necesariamente malo y que está cargado por una pasión que no logran encontrar fuera del escenario. Luego se encontraran con una violencia estructural en la ciudad sedentaria, que es mucho más grave. En otra parte está el tercer personaje, el mimo, que utiliza el silencio para intentar enmudecer la violencia que ha padecido desde siempre.

    “Madame Bovary soy yo”, dijo Flaubert y eso se ha impuesto como credo para muchos escritores: su obra los refleja, los representa. ¿Hasta qué punto ese lanzador de cuchillos tiene del Pedro Antonio Curto que lo creó?

    Desde luego que mí obra me representa, si en algún lugar estoy es en mis libros, en mis escritos. Creo que los tres personajes tienen algo de mí, aunque su mundo y sus experiencias vitales me sean lejanas, pero precisamente investigar en algo un tanto desconocido para mí, es lo que me los acerca.

    Pregunta gastada, pero siempre necesaria para los lectores. ¿En qué nuevo proyecto anda ahora mismo Pedro Antonio Curto? 

    Estoy trabajando en algo que se podría definir como ensayo y que de una manera un tanto hibrida gira en torno a la enfermedad y todas sus implicaciones personales y sociales, la que estamos padeciendo como sociedad enferma con la Pandemia y la particular, con tres postulados fundamentales, reflexión, investigación y testimonio personal.

  3. La novela negra puede emplearse hasta para hacer filosofía o especular sobre el futuro

    ÁLVARO VALDERAS (León, España, 1965). Doctor en Literatura Española, Ha publicado siete libros de relatos, una novela corta, varios libros de investigación, y las novelas Bloody Mary, Ediciones del Curueño; El oro de Noriega, De Librum Tremens y La página 0, Sibauste). Sus colaboraciones aparecen en libros, revistas, periódicos y sitios web culturales de numerosos países.

    La sinopsis de su novela dice que en una sociedad utópica, tras cuarenta años de comunismo en España, una serie de asesinatos parecen replicar las historias de los mártires, un sacerdote milagrero intenta demostrar que no tiene poderes, mientras un policía amargado conspira en la comisaría para evitar que le culpen de las muertes, a la vez que se venga del juez con quien se fue su difunta esposa. Las luchas de poder entre policías y políticos tendrán un desenlace sorprendente, muy alejado de la verdad, que no interesa a nadie.

    –***–

    Si tuvieras que explicar a tus potenciales lectores qué van a encontrar en tu libro, ¿qué les dirías?

    Hay intriga, violencia, asesinatos (alguno, con una puesta en escena muy visual) y toneladas de mentiras para crear una verdad oficial. Hemos visto muchos casos que se han construido así, con culpables amañados y toda la prensa diciendo amén. Yo solo le añado fantasía y simbología para que nadie se sienta aludido.

    Hay, por supuesto, un poco de la lucha primigenia entre el bien y el mal. Queda en manos del lector decidir quién representa a cada extremo.

     

    La política española y sus altibajos está como telón de fondo en esta novela. ¿Es para ti la novela negra, entonces, más que diversión (como muchos piensan que es) una incisiva mirada en el lado oscuro de nuestras sociedades, en este caso de la realidad de tu país, España?

    La novela negra puede emplearse hasta para hacer filosofía o especular sobre el futuro. Se ha utilizado mucho como crítica y como disección de una sociedad, pudiendo entrar en círculos a los que la gente normal no suele descender ni ascender. Es típica la escena del policía que recorre los barrios marginales o que utiliza su placa para entrar en los salones de clubes para millonarios y los reductos secretos del ejército, por ejemplo. Desde este punto de vista, más que un género, es una herramienta.

    En España, lo ocurrido antes de la transición quedó perdonado, y lo que vino después resulta increíble. Pero solo puedes criticarlo si responde por ti un grupo de poder. Lo mejor es escribir ficción, y mejor cuando menos parecida a la realidad. Por un chiste te pueden meter preso.

     

    Vives en Panamá hace un tiempo, una sociedad violenta, aunque muchos lo nieguen, y eso impone una pregunta: el escritor negro que has demostrado ser en tus obras anteriores, ¿en qué sentido se ha transformado conociendo esa otra violencia, la latinoamericana, bastante lejos en muchos sentidos de la violencia europea?

    En un radio de doscientos metros de mi casa ha habido robos, secuestros, asesinatos. He escuchado las balas desde el salón. A varios amigos les han disparado (balas perdidas, delincuentes y quienes se supone que no lo son). El bar al que suelo ir ha sido atracado varias veces pistola en mano. Yo fui raptado (solo me quitaron lo que llevaba encima) y también muchos conocidos. A una alumna mía la violó el taxista; a un alumno de mi tutoría lo secuestraron al salir de clase. Y lo del Gobierno no tiene nombre. Ni lo de muchas empresas extranjeras que llegan con intención de estafar y saltarse las leyes, aunque algunas acaban trasquiladas: no es fácil robar a profesionales.

    En Panamá, con cuatro millones y poco de habitantes y tres de turistas, hay unos quinientos homicidios al año. En España, con algo más de treinta y siete millones, y ochenta y tres millones de turistas, hay trescientos. Comparemos.

    He visto violencia, me ha tocado, le ha tocado a mi calle, a mi barrio, al bar donde suelo ir, a la empresa en la que trabajaba, a mucha gente que conozco, mucha más violencia de la que he visto en España. Sin embargo, en el Índice de Paz Global, en 2019 Panamá estaba en el lugar 47 de los 163 países evaluados y, España, el 32.

    En cualquier caso, hay que saber por dónde caminas, y a qué hora. Por lo general, la sensación es de seguridad, la gente no tiene miedo. Si no te metes en cosas raras, te pueden robar alguna vez, quizá raptar, pero ni siquiera será algo frecuente. Ir como turista resulta bastante seguro.

     

    Siguiendo ese camino, ¿qué puntos de contacto existen entre la historia de Revelación y, por ejemplo, las historias del libro de relatos criminales Tumbamuerto, publicada en la colección La Orilla Negra de Ediciones del Serbal, que dirige otro autor de Ilíada Ediciones, el reconocido escritor de novela negra José Luis Muñoz?

    No hay puntos de contacto. Tumbamuerto nace de la violencia de la selva, natural y ecológica, sin aditivos, y de la prepotencia de los extranjeros con dinero.

    En Panamá, si levantas la voz o dices una palabra sucia (o lo que se entienda por tal, que a veces no lo es) dejas de tener razón en las discusiones, eres un grosero, un apestado social. He conocido aquí mucha gente más amable que la persona más amable de mi tierra. Pero, al igual que la sonrisa está a flor de piel, también lo está el crimen.

    Revelación es mucho más europeo, tiene que ver con el corporativismo, la mentira encubierta a gran nivel, la gran estructura, la maquinaria del poder.

    En cuanto a José Luis Muñoz, tengo mucho que agradecerle. Es un grande, un escritor magnífico.

     

    Una de las cosas más curiosas en la novela es el cuestionamiento que sobre ciertas realidades marginales y delictivas hacen tanto los investigadores como la prensa. Hay entre ellos un juego de fuerzas interesante, pocas veces abordado en la novela negra española. ¿Simple invención o reflejo de la realidad?

    Ahí sí que no he tenido que inventar nada. Los casos son constantes. Las cloacas del Estado no dejan de verter ejemplos.

    Hay quien dice que la prensa tiene dueño, y que hasta la independencia informativa lo tiene, y también que, cuando cambia el partido en el poder, el punto de vista de la realidad pública española varía con él. Pero, claro, yo no digo eso porque no estoy vacunado contra las denuncias.

     

     Pregunta gastada, pero siempre necesaria para los lectores. ¿En qué nuevo proyecto anda ahora mismo Álvaro Valderas? 

    Estoy acabando un libro de cuentos y a mitad de año me dedicaré, con un amigo, a un libro de investigación: la edición en español, con su estudio, de la primera novela canalera, escrita por un policía de la Zona del Canal, durante la construcción de este.

  4. Mi literatura suele atravesar borrascas imprevistas.

    CARLOS ESQUIVEL (Cuba, 1968). Poeta y narrador. Ha ganado varios premios nacionales e internacionales. Textos suyos aparecen en revistas y antologías de varios países. Es autor, entre otros títulos, de los libros Perros ladrándole a Dios (poesía, 1999), Tren de Oriente (México, poesía, 2001), Los animales del cuerpo (cuento, 2001), La isla imposible y otras mujeres (cuento, 2002), El boulevard de los Capuchinos (poesía, 2003), Matando a los pieles rojas (poesía, 2008), Los hijos del kamikaze (poesía, 2008), Cuarteaduras (poesía, 2013) y Once (poesía, 2014).

    Para celebrar la publicación de su novela «Dos novelitas infieles», conectamos este puente virtual entre Berlín y el municipio Colombia, en el oriente de Cuba.

    –***–

    Si tuvieras que explicar a tus potenciales lectores qué van a encontrar en tu libro, ¿qué les dirías?

    He aquí historias convenidas hacia un mismo círculo de opresiones: desolación, pérdidas, indulgencias, crueldades, y el tinte de un humor opresivo y delirante. En Diario del elefante asistimos a una especie de “gran marcha” por las carreteras cubanas. El músico, Diez Negritos, Pascal, Alobiu, la Anciana histórica y hasta un cerdo de 600 libras llamado “La Democracia”, son personajes que reverencian la alienación de sus destinos históricos. En El evangelio de la serpiente, los paraísos no cambiaron sus veletas; muy al contrario, sumaron más personajes grotescos e irreductibles, también asperezas sublimes: el miedo como estructura de poder, la falacia como institución armada, el incesto, el vacío, los hombres transformados en monstruos.

     

    El absurdo tiene una presencia poderosa en las dos obras que integran este libro. Pero Cuba también está presente, es un inmenso telón de fondo que, muchas veces, parece caer sobre los personajes. ¿Es la realidad cubana tan absurda como esa que aparece en tus novelas o es un simple recurso de hiperbolización de la realidad?

    La absurdidad cubana es una redundancia compuesta bajo obstinados deslices políticos y sociales. Recuerdo imágenes que parecen extraídas de un circo irracional o insípido (quién duda de que Cuba no sea el primer país surrealista de América Latina). Mi literatura no puede describir imágenes contrarias, si acaso revestirlas con fabulaciones prestadas de donde no vine. Pero soy de arder donde mismo yace la herida (disculpa frase tan estridente). Mi literatura suele atravesar borrascas imprevistas. Lo intuyo por negación. Un poco de Heráclito borracho; un poco de Kafka en la luna fenicia. Ese es mi baile, y ni yo mismo estoy invitado.

     

    En las dos obras, las esperanzas son simplemente eso, esperanzas, y suenan lejanas. Las dos, también, tienen un final demoledor, desolador. ¿No es acaso la literatura “el terreno más propicio para que el mundo sepa que exista algo llamado luz”, como dijo alguna vez García Márquez?

    Solo los necios son felices porque no tienen que preocuparse por serlo o no serlo, o por ser o no ser felices. Las circunstancias descartadas sobresalen metros más allá: retenidas en una especie que el ojo no puede describir. No soy feliz, pero cuando escribo alcanzo una posibilidad, remota aún para entonces, de revertir la tragedia de un tiempo, mi tiempo, sin escritura real. Todo lo que me separa de lo que repudio o rechazo actúa en relación a cómo los otros entienden mi actitud (engreído, bocón, despistado). Cualquier escritor sabe que la contingencia de que te linchen tus semejantes, o los que aparentan o se permiten serlo, consiste en no parecerte a lo que escribes, como hombre y como ser social.

     

    La poesía es presencia recurrente en cada página de este libro, tanto que nos obliga a recordar que eres uno de los grandes poetas de tu generación. ¿Carlos Esquivel se siente más poeta o más narrador? ¿En qué sentidos se oponen o se complementan espacios creativos tan diferentes?

    Dice Yves Bonnefoy que la literatura es una posibilidad de la lengua y la poesía una manera de despertar la palabra. Yo hablaría de distorsiones compartidas, de canibalismos enmascarados a uno y otro bando. No se trata de mejores componendas. Pieles, destinos, lenguajes, en similar ruta. Un poeta que encuentra lo que no busca, un narrador que deambula en la opresión del poema. Mi poética (lo que llamo así) reproduce una señal que es solo la conquista alusiva, a ratos despectiva, de un espacio de singularidad extrema. Como de singularidades se trata, diré que leo muchísima prosa y menos poesía. Tampoco dejo de reconocer que mi velocidad también es filosófica: doscientos Heidegger por hora, cien Wittgenstein por minuto.

     

    En tu caso, un escritor admirado por todos los que te conocemos y por miles de lectores que siguen tu amplísima obra poética, es imposible olvidar que te has empeñado en residir en Colombia (no el país, sino un pueblito en la provincia de Las Tunas). ¿Qué retos te ha impuesto esa decisión?

    Vivir en Cuba es como vivir dos veces en Cuba. Imagínate si esa supervivencia acontece en una aldea descreída por geografías menos silvestres. Mi razonamiento se aprovecha de intimidades no resueltas. Igual he viajado lo suficiente; igual, como cualquier peregrino, dejé pedazos en los sitios más innombrables.  Lejos de travesías estruendosas, lejos de equipajes subliminales, unidos en traslaciones más ínfimas que personales, el único viaje que no quise evitar fue el interior. Las palabras lo saben, aunque simulen desconocer señales así. El lugar donde vivo no es el lugar donde vive un hombre, sino el redimido por una ley que lo excluye y separa de él. Hubiese querido ir a sitios que solo pertenecían a boletos ajenos, a mapas impasibles. Hubiese querido atravesar junglas, desayunar en cafés suntuosos, retratarme en pirámides o murallas caídas. Pero esas aventuras a mí no me pertenecieron. Sufrí, como no podría ser de otra manera, incomprensiones (hasta de mi familia), olvidos, injusticias. Muchas más derrotas que victorias, pero es mejor perder deshonrosamente que ganar deshonrosamente. La balanza me convierte en un perdedor irreprimible. Muy caro para mi estirpe.

     

    Pregunta gastada, pero siempre necesaria para los lectores. ¿En qué nuevo proyecto anda ahora mismo Carlos Esquivel?

    También las respuestas no dejan de ser inevitables. En Cuba los cursos de sobrevivencia arrastran mareas distintas, literatura y búsqueda del pan (y otros enseres) se complementan en un deplorable género literario existencial del que somos, para mal de la especie, abanderados insomnes. Así que esas son mis encrucijadas. Mientras tanto, escribo novelas, cuentos, poesía, en una imperturbable carrera de fondo que quizás terminó en los primeros cien metros recorridos. Las novelas son de temas muy distintos. La primera un homenaje a Dostoievski (con Tolstoi, Serguéi Dovlátov o Vladimir Sorokiin en la maleta). La segunda es una infecciosa novela de sexo (sin sexo), una suerte (o mala suerte) de Lolita metida en la cama de David Foster Wallace. La tercera refiere a hacer lo que nunca sabré hacer, en clave de asesino melancólico o víctima repulsiva. Un libro de cuentos en el que uno a Bukowski y a Lezama, a Messi y a unos cosmonautas rusos. Y los poemas hablan de eso que hablan todos los poemas: de extrañar las cosas prohibidas.

  5. La literatura es el arte de la reinvención de la realidad a través de las letras

    ULISES LAERTÍADA (nombre literario de Angel Ulises García Velázquez, México, 1998). Estudia licenciatura en Filosofía en la Universidad de Guadalajara. Pese a su corta edad, ha publicado en ediciones independientes de autor los libros Poemario (poemas, 2018), La Pluma de la Libertad (novela, 2019), Polvo Enamorado (poesía, 2019), Acertijos en las Sombras (novela, 2020, primera obra de una saga fantástica nombrada Aeternum), Intemporal (poesía, 2020) y Amor de Letras (Novela romántica, 2020). El nombre de Ulises Laertíada, con el cual firma sus libros, lo adoptó en honor a uno de sus héroes predilectos de la literatura: Odiseo, protagonista de la clásica Odisea, de Homero. Continuar leyendo «La literatura es el arte de la reinvención de la realidad a través de las letras»

  6. Eso fue Cleva Solís: un elfo, una absoluta criatura poética


     

     

    Cleva Solís (Cienfuegos, 1918 - La Habana, 1997).

    Cleva Solís
    (Cienfuegos, 1918 – La Habana, 1997).


    Si tuvieras que recomendar tu libro a un hipotético lector que no conoce la aportación e historia de Cleva Solís a las letras cubanas, ¿qué dirías?

    Le respondería con un fragmento del propio libro donde resumo, a grandes rasgos, quién fue y qué significó para nuestra cultura esta poetisa. No creo poder mejorar esos párrafos:

    Rafael J. Rodríguez Pérez.

    “Cleva Solís es un raro suceso poético y pictórico dentro del panorama de la cultura cubana. Rara avis, fémina finísima, adoradora de azules repentinos por cuya hermosura se siente traspasada, poesías creadas como lienzos, lienzos transidos de poesía. Perenne insinuación del Color y la Luz. A lo largo de toda su vida, Cleva Solís entregó a la poesía cubana cuatro poemarios esenciales: Vigilia (1956), Las mágicas distancias (1961), A nadie espera el tiempo (1961) y Los sabios días (1984); así como una obra pictórica cubanísima, donde se conjugan la sabiduría y la ingenuidad, dentro del ámbito del llamado Grupo Signos o Grupo de Las Villas, liderado por Samuel Feijóo, del cual formó parte. Cleva Solís, además, ha sido considerada la oncena integrante del Grupo Orígenes, o «La otra poetisa de Orígenes», como la llamó Fina García Marrúz.  Cleva tenía el don, además, de las amistades múltiples, y dan fe de ello su entrañable relación con algunas de las personalidades cimeras de la cultura cubana: hermana-amiga predilecta de Samuel Feijóo, cara en la amistad de José Lezama Lima, sumamente apreciada y querida por Dulce María Loynaz, como una hermana para Cintio Vitier y Fina García, muy apreciada por Eliseo Diego, Octavio Smith, Roberto Friol, Sidroc Ramos, López–Nussa, Eugenio Florit… Tantas y tan hermosas amistades la hicieron partícipe de espacios y momentos trascendentales de nuestra cultura que valdría la pena rescatar en su nombre.   La razón de más peso, sin embargo, para leer este libro, es el casi absoluto y general desconocimiento ─salvo dentro de un reducido círculo de intelectuales cubanos─ de una obra poética y pictórica que se encuentra entre las más originales, hondas y reflexivas ante la belleza, de la cultura cubana.” Continuar leyendo «Eso fue Cleva Solís: un elfo, una absoluta criatura poética»

  7. Soy una mexicana que no escribe sobre narcotráfico, violencia, corrupción o feminicidio.


    GRIZEL DELGADO (México, 1982). Realizó estudios de licenciatura en la Universidad Autónoma de México en Letras Hispánicas y de maestría en Lingüística en la Universidad de Düsseldorf. Es autora de la novela juvenil Tu abuela en bicicleta (2015) y del cuento infantil “El misterio de Zacango” (2014), premiado por el certamen de Literatura infantil de la UAEM. Es editora, correctora, terapeuta de escritura creativa y reseñista. Ha publicado cuentos en diversas revistas como La Colmena, Punto en línea, Tierra Adentro. Actualmente reside en Berlín donde trabaja como editora.

    —**–

    Si tuviera que presentar su libro a un hipotético lector, ¿qué le diría?

    Que le esperan dieciséis cuentos donde no va a encontrar finales explícitos o respuestas. Va a encontrar situaciones donde el tablero de juego está puesto y para terminar la partida se espera un movimiento del lector. Va a toparse con personajes que posiblemente a la primera le parezcan lejanos a su cotidianidad, pero en una segunda mirada, quizás y hasta se encariñe con algunos. Va a toparse en parte con situaciones conocidas que no le gustaría recordar, pero que a veces es bueno sacar de la memoria para permitir cicatrizar la herida. Va a toparse con una serie de hijos o padres que solo intentan hacer su papel y a veces descubren la crueldad que eso implica, respetar que el otro es precisamente eso: otro y no uno mismo. Continuar leyendo «Soy una mexicana que no escribe sobre narcotráfico, violencia, corrupción o feminicidio.»

  8. Mi deseo es algún día poder escribir poesía


    FERNANDO LÓPEZ (Argentina, 1948). Escritor, columnista, abogado. Organiza el Encuentro Internacional de Literatura Negra y policial CÓRDOBA MATA (2014/19). Ha publicado 18 libros, entre otros, la saga de novelas Philip Lecoq, el detective de los pobres. Entre sus premios destacan el Latinoamericano de Narrativa Universidad de Colima, México, a la novela El mejor enemigo (1984); Casa de las Américas, Cuba, a la novela Arde aún sobre los años (1985); primer finalista premio Planeta Argentina con la novela Odisea del cangrejo (2005); finalista en el concurso Novelas de Película del BAN! con la novela Un corazón en la planta del pie (2015). Varios de sus cuentos han sido publicados en antologías, diarios, revistas y suplementos de Argentina, Chile, Cuba, México, España, Suecia, EE.UU e Israel.

    –***–

    Si tuviera que presentar su novela Con la sombra del agua a un hipotético lector, ¿qué le diría?

    Es una novela agradable, condimentada con persecuciones, situaciones eróticas y mucho humor. Si se quiere, es una ficción descabellada, una historia que solo puede suceder en una novela. Le garantizo que se va a divertir y se quedará con ganas de acompañar a sus personajes en otras aventuras.

     

    Una novela negra que acude a personajes reales y famosos internacionalmente suena, no obstante, demasiado a irrealidad. ¿Hasta qué punto llegan ficción y realidad en torno a los personajes históricos que aparecen en esta novela?

    Cada lector que elige un libro sabe lo que quiere leer. En este caso estará eligiendo una novela. Varias veces trabajé con personajes reales haciéndoles jugar situaciones ficticias, como si fueran actores. Por ejemplo Juan y Eva Perón, Hipólito Yrigoyen, Gardel, Borges. Al ingresar en la ficción se convierten en personajes que viven situaciones comunes a cualquier mortal. Sueños, deseos, conflictos personales. En cada caso investigo con rigor los papeles que jugaron en la Historia y las posibilidades de que “acepten” actuar en la trama propuesta. En Con la sombra del agua el Edén Hotel de la localidad de La Falda existía en 1925, sus propietarios contribuyeron financieramente para el ascenso de Hitler y aunque ya no funciona como tal, su estructura está en pie. En 1925 Einstein pasó por ese hotel en ocasión de ser invitado a un congreso mundial de físicos por la Universidad Nacional de Córdoba. El escritor Roberto Arlt vivía en Cosquín, muy cerca de La Falda, donde se trasladó por razones de salud de su esposa y es posible que haya asistido a las fiestas del Edén. Saint Exupery recorría los cielos contratado por el Correo argentino para encontrar sobre los Andes la vía más directa entre Buenos Aires y Santiago de Chile. Se dice que la historia de El principito se le ocurrió al tener un accidente aéreo en la ribera del Paraná y ser socorrido por dos niños que vivían cerca. En la meseta patagónica hay un risco que tiene la forma exacta de la boa que engulle al elefante, por tanto, si bien es descabellado, es posible imaginar a los personajes que huyen de los nazis perderse en la niebla y terminar su viaje contemplando maravillados las paredes de hielo del glaciar más famoso del mundo. Continuar leyendo «Mi deseo es algún día poder escribir poesía»

  9. He andado mucho camino y eso me permite hablar de cosas distintas

     


    ALEJANDRO F. AGUILAR (Camagüey, Cuba. 1958) Escritor, profesor universitario y editor. Licenciado en Pedagogía Superior en Historia y Ciencias Sociales (Universidad de La Habana, Cuba, 1980) y Master en Artes, en Lengua Española y Literatura Hispanoamericana (Universidad Temple de Filadelfia, Estados Unidos, 2009). Ha publicado los poemarios Tregua (Cuba, 2019) y Tesituras (Venezuela, 1994); los libros de cuento Paisaje de arcilla (Cuba, 1997) y Figuras tendidas (2000); así como las novelas La desobediencia (Puerto Rico, 2004), Casa de cambio (EE.UU, 2005), Fijar la mirada (República Dominicana, 2009), El cliente tatuado (Chile, 2013) y Ojos de niño (República Dominicana y Chile, 2016). En 2016 publicó en Cuba el libro de ensayos Boán, la danza. Actualmente reside en República Dominicana, donde es editor jefe de AULA Revista de Humanidades y Ciencias Sociales. Conversamos con él, con motivo de la publicación en Ilíada Ediciones de una nueva edición de su novela Casa de cambio. Continuar leyendo «He andado mucho camino y eso me permite hablar de cosas distintas»

  10. Lo mío es bucear en el interior de las personas y darles voz


    MILIA GAYOSO MANZUR (Paraguay, 1962). Escritora y periodista. A partir de la publicación en 1990 de su primer libro Ronda en las olas ha publicado numerosas obras en los géneros de cuento, novela y literatura infantil y juvenil. Algunos de sus títulos más recientes son Micro-relatos para Julietta y tres historias de amor (2010), Donde el río me lleve (novela, 2012), Horchata para el mal de amor (relatos juveniles, 2014), En el parque de Gaudí (novela, 2015), Cuentos para leer en el recreo (literatura infantil, 2016), “Upe Kunu’ū” Relatos de amor maduro (2017), Martín de los mangos y otros cuentos (literatura infantil, 2018) y Malva en flor (novela, 2019). Desde 1996 al 2020, trabajó como periodista en el diario paraguayo La Nación de Asunción.

    –***–

    Si tuviera que explicar a un potencial lector qué encontrará en su libro “Gorriones bajo la lluvia”, ¿qué le diría?

    Este libro se compone de un compendio de relatos que abordan temas, quizás triviales para quienes gustan de una literatura más “profunda”  como las historias que narran hechos políticos, temas relacionados al narcotráfico, al terrorismo, sexo o crímenes, entre otros. “Gorriones…” entrega pequeñas historias de supervivencia, cotidianas, el día a día de seres que para muchos, pasan inadvertidos, pero que sin embargo tienen una vida llena de pequeñas o grandes alegrías o tristezas.

    Varios de los relatos abordan temas sociales, como el que le da título al libro. En Paraguay, la marginalidad en la que vive la población indígena es alarmante y muy actual. Los pueblos originarios fueron despojados de sus tierras, y una enorme cantidad llega a las ciudades buscando sobrevivir. Muchos vagan por las calles con sus hijos a cuestas, y son los pequeños quienes se paran en los semáforos a pedir dinero o comida. Asimismo, es preocupante la alta tasa de embarazos infanto-juveniles de las niñas indígenas, que arrastran a sus bebés al asfalto hirviente de Asunción y ciudades aledañas.

    En el relato “La casa amarilla”, centro la historia en el abuso a que son sometidas las niñas denominadas “criaditas”, en mi país. Una práctica que se inició en la colonia y continúa hasta hoy. Las familias humildes entregan a sus hijas a familias pudientes, para que realicen servicios domésticos a cambio de educación y comida. Sin embargo, en un altísimo porcentaje, estas pequeñas son abusadas física y emocionalmente por sus patrones. Continuar leyendo «Lo mío es bucear en el interior de las personas y darles voz»