Las sendas de la noche es parte de una serie… ¿Qué propuestas puede encontrar el lector en esta serie?
La serie del fin de internet incluye tres otros libros (Partita di anime, que es un spin-off de Las sendas de la noche, y las novelas La casa degli anonimi y L’ultimo angolo di mondo finito). Cada uno de estos puede ser leído independientemente y tiene sus características específicas, que apuntan a varios aspectos del mundo de la comunicación – por ejemplo, la homologación del pensamiento por causa del uso macizo de las redes sociales; el empleo de la Red para espiar la vida privada de los individuos e influenciar sus opiniones; la soledad de la naturaleza humana en un tiempo en el que, teóricamente, debería de ser muy fácil establecer contactos y relaciones con los demás. Pero siempre, como en Las sendas de la noche, el marco distópico y de reflexión social y política sirve como pretexto y premisa general para investigar la relación del ser humano consigo mismo, su autoconciencia y capacidad de relacionarse con los otros de forma auténtica y eficaz, que el entorpecimiento mental causado por el abuso de tecnología – instrumento en sí extraordinario, pero potencialmente peligroso – amenaza. Entonces, el nivel de lectura “aventuroso”, que se refiere a los acontecimientos “externos”, sirve como introducción a un nivel más profundo, filosófico y espiritual.
¿Cómo se conecta esta primera novela, y el resto de la serie, en el conectivismo italiano?
El conectivismo es un movimiento literario de estructura abierta, lo que significa que, aunque tiene sus “principios” (que no son reglas rígidas), tiene un conjunto de sugestiones poéticas (resumidas en su manifiesto) que son como temas musicales con los que los escritos de cada autor pueden libremente entonarse. Entres los varios “temas armónicos” del conectivismo (su raíz futurista, la surrealista, la cyberpunk, por ejemplo), yo siento más mía la crepuscular, que se refiere a la experiencia de un movimiento poético que tuvo buen éxito en Italia en las primeras dos décadas del siglo XX, subrayando sobre todo las atmósferas de las afueras urbanas, de los lugares abandonados del campo y de los escenarios nocturnos. Todo esto, fundido con una sensibilidad distópica aplicada a un futuro (2025) tan cercano que es casi presente, en Las sendas de la noche me ha llevado a desarrollar un itinerario de exploración del alma humana espantada y desorientada en los tiempos de extrema liquidez social en los que ya vivimos. Entonces, vemos como el tema de la caída de internet por efecto de una tentativa de golpe de una multinacional de la comunicación y de la energía, la Macros, ubicada en Berlín, se combina con el de la autoinvestigación, a través del itinerario simbólico y arquetípico del personaje de Desmond O’Rourke, que atraviesa la misteriosa niebla blanca que cierne Cracovia, engulléndola progresivamente, para recuperar, en esa, trazas de su memoria perdida y el sentido de su trágico amor para Leyla. Last but not least, hay el tema de la identidad de una creatura robótica, el perfecto androide Luther, que se revela un sujeto pensante mucho más sensible que tantos humanos, provocándonos con una pregunta filosófica sobre el nivel de deshumanización al que la sociedad tecnológica ha llevado a muchos entre nosotros seres de carne y – teóricamente – alma.
Al leer Las sendas de la noche resalta una tesis terrible: el futuro puede ser terrible por culpa de nuestros propios errores. ¿Eres de los que piensa que la literatura es un medio activo de reflexión o de quienes piensan que es puro divertimento?
Vivimos en una época en la que todo lo que no sirve a los sistemas de poder para controlar la conciencia individual es considerado (y presentado como) inútil. Entonces, la Red, instrumento en sí precioso para trabajar y comunicar, llegando a ser un fin y no solamente un medio ha satisfecho la necesidad de autoconservación de muchas multinacionales que la gestionan, y entonces ha sido promovida como la vía por seguir. La literatura es menos útil, en este sentido, y hasta puede revelarse “peligrosa”, porque hace pensar. Y el poder teme el libre pensamiento de los individuos, porque la reflexión crítica puede llevar cada persona a comprender las dinámicas de manipulación a las que, sobre todo usando la Red, está sometida, muchas veces sin darse cuenta de esto. Pero no hay necesariamente que escribir libros aburridos para estimular una reflexión crítica. El placer de una lectura cautivante puede combinarse perfectamente con el privilegio de descubrir, gracias al texto y la propia capacidad de pensamiento y autoexploración, áreas hasta ahora poco utilizadas o descuidadas de nuestro ser y nuestra sociedad – como músculos no entrenados durante demasiado tiempo y que necesitan volver a trabajar. Mi intención siempre ha sido la de fundir estos dos aspectos.
Eres ensayista y has dedicado buena parte de ese género a estudiar la majestuosa obra de Tolkien… ¿En qué sentido crees que te ha influenciado el estilo y el modo de Tolkien de ver la literatura?
Yo soy escritor y traductor literario, entonces creo que los dos aspectos de mi trabajo reflejan la doble lección de Tolkien, como grande maestro de la literatura universal y filólogo-lingüista. La base de todo es el sonido, como también otro grande autor, italiano esta vez, Giorgio Manganelli, comentaba. Cada palabra es una combinación de sonidos que expresan un significado, y los sonidos/significados de todas las palabras de un texto se entrelazan, así como para expresar un conjunto musical y semántico. La belleza y la armonía de las páginas literarias que el Profesor de Oxford nos ha donado son su huella más profunda que nunca acaba de resonar en mí, aunque mis historias son muy diferentes de las suyas. Y, además de esto, la convicción de que, como en los mundos “paralelos” de su fantasía (véase su ensayo On Fairy-Stories), también en el nuestro, “revisado” literariamente, se esconde una vena sutil, pero muy robusta, de autenticidad y verdad hirvientes, que pueden nos reconducir a una visión del mundo libre de las toxinas de la costumbre y de la repetitividad – por supuesto, aún más nocivas en la época del aislamiento tecnológico.
¿Podrías explicar a los lectores cuál es la temática de las otras novelas de esta serie?
Durante la presentación de Iliada Ediciones en Berlín. La librera Teresa Cosci y los escritores Amir Valle, Luis González y Hendrik Rojas, mayo 2018.
Partita di anime (Partido de almas) comprende dos cuentos, uno largo casi como una novelette, y el otro más breve, ambientados respectivamente en Ámsterdam y Florencia. Se presume que el primero haya sido escrito por un autor holandés, Kasper van der Maart, y segundo por un anónimo indicado solamente con sus iniciales, G.A. Son introducidos por una carta enviada por una editora florentina, Emanuela Berti, a un ex enamorado que es un personaje menor de Senderos de noche, John Myers. El primer cuento es una suerte de novela de misterio, donde una investigación sobre un homicidio, poco antes de la caída de internet, se revela protagonizada por los diferentes aspectos de las personalidades de varios personajes, escindidas por efecto de decisiones tomadas en el pasado. El segundo es un itinerario delirante de un escritor traumatizado por el fin de una relación sentimental en una Florencia plena de visiones y fantasmas evocados por su mente errática, poco después del fin de internet.
La casa degli anonimi (La casa de los anónimos) se ambienta en el año 2027, cuando la caída de internet se ha extendido de Europa a los Estados Unidos y al Norte de África por efecto de las actividades de un grupo de saboteadores (los “Anónimos”, que sin embargo no tienen nada que ver con los hackers de Anonymous) que ha querido así evitar que también en estas partes del mundo se formaran peligrosas concentraciones de poder. Dentro de este marco, algunos personajes nuevos, entre los que Kasper Van der Maart y Emanuela Berti, son elegidos por el movimiento de rebeldes para desarrollar una misión muy delicada, mientras en los Estados Unidos parece que está preparándose un nuevo tipo de red creado por el gobierno. Entretanto, las dificultades de comunicación han empezado a afectar también a las comunicaciones telefónicas, y dentro una misteriosa “casa” hay personajes casi metafísicos que intentan, de alguna forma, arreglar todo esto.
L’ultimo angolo di mondo finito (El último rincón de un mundo acabado), en al año 2029, ve un mundo ya lacerado por la crisis radical de internet, a la que, en Europa, se ha añadido la difusión progresiva de “clones holográficos”, copias exactas (pero inmateriales) de cada persona que deben desarrollar el papel de guía por ella, influenciando sus elecciones personales y no sólo. Paralelamente, en los Estados Unidos, se ha impuesto una nueva red, aunque imperfecta, difundida por maxi-repetidores y multiplicada por drones que “puntean” el cielo de las principales ciudades. En este contexto general, en varias partes de Europa los protagonistas de la precedente novela intentan completar la misión dejada en sus manos por los Anónimos, mientras Kasper Van der Maart busca a una protagonista de Senderos de noche desaparecida después de aquellos acontecimientos y llegada a ser como una “musa” que lo atrae irresistiblemente: la escritora belga Kristine Klemens, que parece haber esparcido indicios destinados a él por toda Europa, hasta conducirlo a Nueva York.