El reto que me puse fue dibujar con palabras

¿Quién es Luis González, el escritor?

Luis González, el escritor, es alguien que desde muchacho tenía una imaginación desbordada y se le daba bien escribir las composiciones que le pedían en las clases de literatura. Lo curioso es que prefería dibujar historietas en sus libretas escolares a fantasear con las letras. Yo no estaba consciente de que escribir era lo mío porque sentía más pasión por ver a los protagonistas de mis ficciones en acción y a colores que imaginármelos en el blanco y negro de las letras impresas en papel. Con el tiempo, me fui dando cuenta de que dibujar mis cuentos no terminaba de colmar mis expectativas. Los movimientos en el cómic, por muy dinámicos que parezcan, no dejan de ser estáticos. Son imágenes atrapadas en una hoja de formato A4. Y entonces, tras una larga pausa creativa, en que ni escribía ni dibujaba, redescubrí las letras que una vez subestimé. Fue una mezcla de salto al vacío y reencuentro con un viejo amigo. Porque el reto que me puse fue dibujar con palabras. Practicando el método de prueba/error, prueba/éxito me di cuenta de que podía romper el corsé que el papel le imponía al dibujo. Así, fui trazando con letras las imágenes que quería ver en movimiento, insuflándole sentimiento y vida. Por fin, el dibujante encontró una solución a su dilema de ver que las escenas planas que se le quedaban apresadas en sus cuadernos cobraran vida.

 

¿Cuándo y cómo descubrió ese misterio que siempre es enfrentarse a una cuartilla en blanco?

Debo reconocer que, aunque parezca mentira, las composiciones en clases fueron la primera prueba de fuego. La verdad es que todos no teníamos facilidad para las letras, ni lo conseguíamos con la calidad que se suponía que debían tener, pero estos ejercicios creativos me desarrollaron el hábito de enfrentarme a la hoja en blanco sin más miedo que a las faltas de ortografía. Pensándolo bien, por el miedo a la gramática este escritor que ahora se enfrenta a estas preguntas, le dio más importancia a su pasión por las novelas gráficas que a los textos sustanciosos y largos. Coincidirán conmigo en que, por una cuestión de lógica, en los diálogos cortos y dinámicos que establecen los personajes de una historieta se cometen menos errores ortográficos que en un párrafo de cuatro o cinco oraciones. Ahora, con más experiencia, enfrento ese reto de la página en blanco con los métodos más simples e inimaginables. Para crear una historia me sirve casi todo, desde una conversación al azar, las noticias. Todo. También hago constantemente anotaciones de ideas que me vienen al vuelo sobre lo que veo en la calle o lo que me cuentan los amigos. En fin, que tengo una fuente casi inagotable de material para trabajar.

 

Sé que para ti escribir ha tenido, además de la necesaria inspiración, algo de reto para tu vida cotidiana, robándole horas al sueño, al trabajo… ¿Tienes alguna anécdota de cómo lograste escribir estas historias?

Estas historias se escribieron casi todas sobre la marcha. Literalmente sobre la marcha. Yo tengo un trabajo de ocho horas, cinco días a la semana, por lo que no dispongo de mucho tiempo para la escritura. Por eso, mis viajes de ida y vuelta de 50 minutos en el metro los utilizo para crear mis historias. Voy y vengo con mi laptop escribiendo, revisando lo escrito o apuntando ideas para próximos proyectos. Otras veces escribo en la cocina, mientras preparo algo de cenar; en la cama, al lado de mi esposa cuando duerme. Otras me quedo despierto hasta bien entrada la noche, cuando el silencio es cómplice de la creatividad. Así, fueron naciendo y tomando forma estos cuentos que ahora se recopilan en Gajes del oficio.

 

Si tuvieras que presentar brevemente tu libro de cuentos Gajes del oficio a sus posibles lectores, ¿qué les dirías?

Gajes del oficio es nuestro crudo y tórrido día a día visto con mis ojos. Los personajes que habitan en mis cuentos están enfrentados a situaciones que van a cambiar sus vidas para siempre. Estos hombres y mujeres, que lo mismo viven en Cuba que fuera de ella, asumen riesgos, sacan lo mejor o lo peor de sí mismos para mantenerse vivos, leales a su palabra y fieles a sus sueños y sentimientos. Este libro está compuesto de historias sin edulcorantes, sin remansos de paz de colores chillones. Son relatos de gente como tú y como yo que aman, odian, viven y mueren atrapados en situaciones que, por fuerza o voluntad propia, no eludirán. Es un libro para los que aman las historias fuertes y los personajes psicológicamente complejos. Los relatos están escritos para atrapar al lector desde la primera palabra y arrastrarlos hasta llegar a la última página.