Nuestra realidad actual da mucho margen para escribir el género negro de tema cubano

Si tuviera que recomendar a un lector potencial su novela En la orilla equivocada, ¿qué le diría para incentivar su interés?

Le diría que la trama gira en torno a una desaprensiva y un poco inescrupulosa abogada criminalista habanera apodada Houdini, que recurre a lo que sea con tal de ganar todos sus casos bajo la premisa de que el fin justifica los medios y el dinero calma mucho los nervios. Navega al borde de la ilegalidad y más allá de la ética profesional en el mar turbulento del terrible año 1994. El desgarramiento producido por una pérdida irreparable durante la crisis de los balseros late como una herida sin cicatrizar detrás de esa manera de entender el mundo, pero a pesar de su exacerbado pragmatismo, y sin que ella misma lo sepa, en el fondo no ha perdido del todo el sentido de la honradez.

O quizás simplemente le diga con gran inmodestia a ese lector potencial: ” Oiga, cómprela y léala, que es muy buena”

 

La novela, más allá de la investigación criminal que refiere, es un reflejo vivo de la actualidad cubana, de sus contradicciones, de sus claroscuros. Si te vieras retado a convertirte en crítico de tu novela, ¿en qué ámbitos En la orilla equivocada puede considerarse, más que novela negra, una novela realista?

Es una historia gris que transcurre dentro del mundo personal de la protagonista y del mundo de La Habana, una mirada crítica de la realidad cubana sazonada con una subtrama de suspense y espionaje que tiene su origen en la época de la segunda Guerra Mundial. Fue escrita en lo más fuerte del Período Especial, cuando la caída del Muro de Berlín produjo un efecto dominó por el que empezaron a desmoronarse las utopías y los sueños. En Cuba ese terremoto nos obligó a enfrentarnos de golpe con realidades de una agresividad hasta entonces inconcebibles. Como autor, esa crisis me hizo patente que lo que estaba ocurriendo en mi entorno era mucho más violento e inmediato que cualquier trama futurista y me empujó a escribir novela negra, el género que hurga como un escalpelo en lo más lóbrego y oscuro de las sociedades y los seres humanos, con independencia de sistemas o ideologías. Nada es más realista que eso.

 

El personaje principal es mujer, abogada, lesbiana a escondidas, pero se mueve con una fuerza dramática tal que, como sucede en otras novelas con personajes femeninos escritas por hombres” se roba la escena”. ¿Qué retos tuvo para configurar un personaje femenino tan complejo y sólido, teniendo en cuenta lo difícil que es expresar los conflictos de género desde “la otra acera”?

En mi caso, el haber empezado a escribir ciencia ficción, me preparó para la fabulación y la extrapolación extremas, de modo que meterme en la piel de una protagonista femenina no fue más difícil que, digamos, escribir una historia que se desarrolle en un futuro muy lejano con personajes humanos y alienígenas. Algo que puede haberme ayudado a crear el personaje de Houdini es que en los casi treinta años de práctica profesional como abogado en un Registro de la Propiedad, siempre he trabajado entre mujeres y me siento muy cómodo con ellas. Otro factor interesante es que también conozco a varias abogadas criminalistas muy eminentes, algunas tan filosas como espadas. Cuando me planteé la trama de la novela, tuve que enfrentarme con el hecho de que no sería creíble un detective privado en Cuba, y tampoco quería que mi protagonista fuera un policía convencional. Entonces me decidí por un abogado, y enseguida la hice mujer. El carácter y personalidad de la Doctora Houdini no refleja a ninguna persona real, es una metáfora creada por mí.

 

En la orilla equivocada, en cualquier forma, entra en el listado de novelas negras cubanas. Usted ha incursionado en ese género con La pelirroja, que fue muy elogiada en España. ¿En qué sentido se distancia el Roberto Estrada Bourgeois que escribió esa primera novela negra en su trayectoria como autor y ese otro que escribió En la orilla equivocada?

No hay distanciamiento, solo el que pone en el tiempo las limitaciones de la edición en Cuba. La pelirroja y En la orilla… son producto de un mismo estado de ánimo y una concepción estética derivados de la situación de mi país. En la orilla equivocada obtuvo un segundo Premio de Novela Plaza Mayor de Puerto Rico, 2005. Dos años después la envié a una editorial de La Habana para su evaluación y nunca supe el resultado. Alrededor del año 2013 la envié a otra editorial también de La Habana, y después de una larga espera parece que va a ser publicada en una fecha aún no precisada. La pelirroja es la historia de un asesino serial que cae en la turbulenta Habana de principios de los noventa, cuando todo estaba hundiéndose en Europa y la marejada producida por el naufragio del Socialismo Real amenazaba con ahogarnos. En la orilla… es la historia de una profesional que ha prescindido de la ética para bracear en esas aguas oscuras que están a punto de tragarla.

Navegando en la web descubrí Ilíada Ediciones, la propuse, y en tiempo record recibí una respuesta favorable. Espero que, a pesar del tiempo transcurrido, como las circunstancias de fondo de la trama no han cambiado demasiado en Cuba, la historia tenga una buena acogida de los lectores.

 

¿Puede hablarse de una novela negra cubana, más allá de Leonardo Padura, Amir Valle y Lorenzo Lunar Cardedo, que son los nombres más conocidos internacionalmente dentro de este género? En su opinión, ¿qué rasgos definirían esa novela negra “a la cubana”?

 Tengo muy poca información sobre los autores cubanos de novela negra exceptuando a los mencionados. Por increíble que parezca, un autor internacionalmente reconocido como Padura se publica muy limitadamente en Cuba. A Amir lo conocí en La Habana y leí tres novelas suyas, pero nada de su producción después que paso a vivir en Alemania, y de Lorenzo, a quien conocí en una Semana Negra de Gijón solo he leído una novela. Para mí ha sido más fácil acceder a obras de autores como Jonathon King, Michael Connelly, Qiu Xialong, Kent Krueger, Petros Markaris y otros, en los stands extranjeros de la Feria del Libro que a las de mis compatriotas. Recientemente pude leer una novela corta de un autor cubano que narra una historia de novela negra, pero usando ese estilo narrativo que se ha dado en llamar Realismo sucio. La proliferación exagerada de palabras soeces y folklorismo dentro del texto en mi opinión está de más, pero ese es un criterio muy personal.

Hubo una época en que yo mismo pensaba equivocadamente que el realismo sucio es un lenguaje adecuado para la novela negra cubana, pero rectifique esa idea. Es suficiente el retrato descarnado de las miserias sociales y humanas, de los vicios, el individualismo, la codicia y todos los estigmas de nuestra época llena de tecnología, drogas, asesinos seriales y terrorismo exacerbado.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros escribió a propósito de la publicación de La pelirroja en España que esa novela es «un refrescante soplo de aire fétido en la liofilizada Europa del siglo XXI».

Además de complacerme, la frase me convenció de que debía escribir otras historias. Estoy seguro de que nuestra realidad actual da mucho margen para escribir el género negro de tema cubano.

 

Finalmente, ¿nuevos proyectos de escritura?

Después de varios años alejado de la ciencia ficción acabo de terminar una novela de Space Opera, lo cual confirma aquello de que un viejo amor ni se olvida ni se deja.  También recién he terminado un thriller psicológico que se desarrolla en La Habana, cuyo título es Líneas de Fractura, en colaboración con mi amigo Vladimir Hernández Pacín. Y la perspectiva es una novela de terror a cuatro manos, también en colaboración con Vladimir. Paralelamente me dedicare a reescribir y pulir una novela ya terminada sobre la estancia de Lucky Luciano en la Habana y la gran reunión de la Mafia en el Hotel Nacional en 1946, y otra que narra la historia del ejecutivo de una empresa de Capital Mixto que se ve envuelto en una conjura para defenestrarlo, es separado de su cargo y cae en una espiral descendente hasta los infiernos de la marginalidad habanera. Su título es El Anónimo.

Cualquier editor que lea esto y tenga interés en alguno de esos textos será más que bienvenido a rebourgeois@cubarte.cult.cu con una propuesta de publicación.