ULISES LAERTÍADA (nombre literario de Angel Ulises García Velázquez, México, 1998). Estudia licenciatura en Filosofía en la Universidad de Guadalajara. Pese a su corta edad, ha publicado en ediciones independientes de autor los libros Poemario (poemas, 2018), La Pluma de la Libertad (novela, 2019), Polvo Enamorado (poesía, 2019), Acertijos en las Sombras (novela, 2020, primera obra de una saga fantástica nombrada Aeternum), Intemporal (poesía, 2020) y Amor de Letras (Novela romántica, 2020). El nombre de Ulises Laertíada, con el cual firma sus libros, lo adoptó en honor a uno de sus héroes predilectos de la literatura: Odiseo, protagonista de la clásica Odisea, de Homero.
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Si tuvieras que recomendar tu novela a un hipotético lector, ¿qué dirías?
Le diría que La pluma de la libertad es una novela tanto para lectores con un camino ya recorrido como para aquellos que no han leído un sólo libro. Se trata de una historia cuyo protagonista puede ser cualquiera, y que en el fondo todos podemos reflejarnos en ella. Desde su concepción ha sido dirigida para niños, adolescentes, adultos y ancianos, hombres y mujeres de cualquier edad, que han mantenido una existencia libresca o que están a punto de tenerla, y que desde el momento en que eligieron ser lectores, o fueron elegidos lectores por los libros que leyeron, sus vidas no han sido las mismas, pues estas se han tornado más ricas, más fantásticas, más alegres, más reflexivas, en fin, más profundas y vastas que han incursionado en los sentimientos y sueños humanos, así como en el universo que se extiende más allá de la humanidad. No se trata de un libro que pertenezca a un sólo género literario, sino a varios, pues así como hay narrativa también hay fragmentos de poemas y unos pasajes escritos a manera de ensayo. Podría ser considerado un texto misceláneo; sin embargo, detrás de las aventuras y las conversaciones con distintos personajes de la literatura universal, del propósito de encontrar la libertad mediante una vocación literaria, además de un amor pasajero o la ilusión de este, está la historia de Ulises Laertíada, que comenzó como alguien que no soportaba los libros hasta que su hermano mayor lo introdujo en el mundo de la literatura. Dicho acontecimiento marcaría todo lo sucesivo, convirtiendo al protagonista; es decir, a mí mismo, en un ávido lector y, posteriormente, en un escritor apasionado: esto es lo que brinda unidad en la historia para convertirla en una novela. Hay ficción y realidad, pero ambas no están del todo definidas en mi vida, pues una puede ser la otra, y gracias a eso me parece que la literatura nos ofrece una superabundancia al momento de comprender aquello a lo que llamamos verdad.
Lo primero que llama la atención en tu novela es la nota inicial, ésa donde remites a ciertos lectores no informados a una síntesis de personajes que debería conocer cualquier lector. ¿Quiere decir eso que eres de los que piensan que hoy ya nadie lee a los clásicos?
Incluí esa nota inicial en mi novela por dos razones: la primera, con la clara intención de remitir a los lectores a esos monumentos literarios ―los cuales pueden abonar al enriquecimiento de la interpretación de La pluma de la libertad― porque no todas las personas que tengan la oportunidad de leer este libro conocerán de antemano aquellas obras clásicas a las cuales aludo y que me han inspirado lo suficiente, no sólo para crear esta historia sino también otras, al fin y al cabo eso sucede con la literatura; y la segunda, por un deseo personal de incorporar mi lista de héroes, o al menos algunos de ellos, que me han arropado en mi camino como ser humano y escritor. Fue una manera de reconocer, tanto a esos personajes como a sus respectivos creadores, lo mucho que he recibido de todos ellos. Pienso que todos tenemos nuestros héroes, literarios o no, y yo los he encontrado en la literatura, que es el arte de la reinvención de la realidad a través de las letras.
¿Qué hay en Ulises Laertiada, el protagonista, de Ángel Ulises García Velázquez?
Hay todo lo que yo soy, o lo que era en aquellos momentos en los cuales escribí esta novela; aunque afirmo que esencialmente no he cambiado, pues conservo ese amor por la literatura, esa afición titánica por las palabras, que basta con leerlas o escucharlas para sentir una miríada de emociones que no sentiría por ninguna otra cosa, salvo por los más cálidos y honestos sentimientos humanos. Ulises Laertíada no es mi otro yo, creo que soy yo mismo; es decir, más que un personaje literario. Puede suceder que se suscite un juego muy curioso de identidades a lo largo de la novela, al no distinguir hasta dónde yo soy él o viceversa; lo cierto es que puede percibirse un amor sin medida, tanto por mi vocación literaria como por la vida misma, que ambas ―tanto la literatura como la vida― no son partes antitéticas de la realidad, sino complementarias. El ímpetu de la juventud, la necesidad de amar y ser amado, la curiosidad de conocer, los vivos anhelos de contar historias y la búsqueda incesante de la libertad son las principales características que tiene Ulises Laertíada, o sea, yo mismo.
Con 22 años has escrito ya unas cuantas obras que has publicado por tus propios medios en ediciones de autor, ¿qué significa que Ilíada Ediciones, una editorial donde publican nombres ya reconocidos de las letras latinoamericanas, se haya interesado por tu primera novela?
En principio, siento una felicidad que no cabe en mí mismo. Por varios años he buscado una oportunidad, tanto con editoriales mexicanas como extranjeras, pero nada sucedió con ellas. Mi vocación como escritor ha sido lo suficientemente clara para mantenerme en este camino, trabajando diariamente en mis libros, adquiriendo más conocimiento sobre este bellísimo arte; no ha sido nada fácil hacer todo esto sin apoyo de otros, pero ahora que Ilíada Ediciones me ha abierto cálidamente las puertas de su casa, me siento arropado y contento por ello. No me cabe la menor duda de que este año me ha premiado de una manera tan inesperada que, en ocasiones me ha parecido un sueño muy dulce. En efecto, hallarme ante tantas celebridades y escritores de primer orden de la literatura latinoamericana me llena de honor y satisfacción; tan pronto como leí sus nombres y vi sus rostros me sentí como un hobbit en tierras más allá de sus moradas. Es más que grato para mí que una casa editorial como Ilíada Ediciones, del otro lado del Atlántico, confiara en mí como hasta el momento en mi propio país no ha ocurrido. Extiendo mi más sincero agradecimiento al señor Amir Valle, gran escritor y periodista cubano, y a todas las personas que trabajan en Ilíada Ediciones. Es un verdadero placer encontrarme entre ustedes.
¿Cuáles retos tuviste que enfrentar en el momento de escribir La pluma de la libertad?
Fueron varios retos los que afronté, técnicos y personales; comenzando por el más importante y el más desafiante: era la primera vez que escribía una novela, pues anteriormente sólo había escrito poemas y cuentos, pero no me había enfrentado con aquello que supone una historia de una extensión considerable. El segundo reto fue el contexto en el que me situaba entre los meses de septiembre de 2018 y abril de 2019; durante la primera parte de la novela yo aún no ingresaba a la universidad, pero ya me había descubierto como escritor; por otro lado, en 2019, al ingresar finalmente a la universidad tuve que organizar mis tiempos de manera que pudiera cumplir satisfactoriamente tanto mis deberes académicos como mis proyectos literarios; además, incursioné un poco en la actuación, gusto que tuve que postergar puesto que mis prioridades eran la literatura y la filosofía, y ambas disciplinas me exigían al máximo. Una gran parte de mi primera novela la escribí de noche, cada día al regresar a casa después de mis clases universitarias, razón por la cual me veía inmerso en su escritura poco antes de conciliar el sueño. Indudablemente esta novela me hizo crecer no únicamente como escritor sino también como persona, llevando a cabo introspecciones necesarias para realizar esta obra. La conclusión de este trabajo supuso un paso importante en mi carrera literaria, pues comprobé que también podía escribir novelas ―lo cual sigo haciendo jubilosamente hasta la fecha―, aunque para ello es imprescindible disponer de una disciplina férrea e inquebrantable, lección bien aprendida en el ejercicio de esta profesión.
¿Qué retos consideras tiene que vencer un escritor en un país de tan buena literatura y tan poco nivel de lectura como México?
Es un placer para mí haber nacido en un país que históricamente ha dado a muchos y grandes escritores, entre los cuales destaco a Netzahualcóyotl, Sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza y Góngora, Carlos Fuentes, Amado Nervo, Juan José Arreola, Agustín Yáñez, Rosario Castellanos, Alfonso Reyes, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, José Revueltas, Mariano Azuela, Juan Villoro, Paco Ignacio Taibo II, Sergio Pitol, Jorge Ibargüengoitia, Fernando del Paso y muchos más que seguramente sus nombres aparecen en la lista de los escritores mexicanos más representativos, quienes con sus obras me han incentivado a continuar y a mejorar todos los días en el arte de escribir. Con toda esta pléyade de escritores podría pensarse que el nivel lector en México está por los cielos, cuando lamentablemente no es así, ya que otros asuntos y otros temas menos literarios se han enseñoreado de la atención de los ciudadanos mexicanos las más de las veces. Es cierto que se lee, sin embargo, no me parece que lo suficiente, no cuando muchos números y estadísticas han arrojado paupérrimos resultados de cinco a diez libros leídos anualmente por el público lector, eso sin contar los cientos de miles que todavía no han adquirido el hábito de la lectura, posiblemente más. Se han implementado muchos programas de fomento a la lectura, pero la realidad es que no han bastado, puesto que las vías aplicadas no han sido las mejores. Yo soy un fiel partidario de que la lectura por placer consigue más lectores que la lectura por obligación, práctica escasamente ejercida. En un mundo donde cada día se escriben y se publican más libros es impensable que no existan algunos títulos adecuados a todos los gustos y exigencias de todos los seres humanos; tomando en cuenta esto, no vale el argumento que esgrime la poca oferta literaria, pues tan sólo la simple mención ya es del todo falaz. También es cierto que la literatura es subversiva y en un país donde se busca limitar el pensamiento crítico así como la creatividad, no conviene que la literatura aflore ni que haya más lectores, pues un lector siempre será una persona más libre y, por tanto, menos manipulable y domeñable. Considero que el mayor reto que debe afrontar todo escritor mexicano es persistir en su oficio literario, lo cual ya es mucho decir, pese a la gran tradición literaria que pesa sobre los hombros y que puede parecer insuperable; pese al poco apoyo de las editoriales mexicanas y de las instituciones culturales, amén del exiguo público lector comparado con el resto de no lectores. El panorama es oscuro, pero en tanto haya literatura habrá esperanza. Si con mis libros puedo ayudar a que esta situación se revierta en México, con todo el amor que siento por las letras lo seguiré haciendo.
¿Maestros literarios, influencias de la literatura nacional e internacional?
Debo admitir que no he tenido maestros literarios, es decir, profesores que hayan tenido una relación profesional conmigo y me hayan instruido en materia de creación literaria; tampoco he asistido a cursos ni talleres. Ninguno de mis maestros académicos me ha motivado para ser lector, mucho menos para ser escritor, un hecho que al menos en México es muy notorio, ya que la educación no se orienta en una cultura libresca. Pero en cambio, puedo manifestar que mis verdaderos maestros literarios han sido todos los escritores que he leído en mi vida; la gran mayoría de ellos yacen muertos, pero gracias a sus obras he logrado desarrollar una sensibilidad por las letras y he podido aprender diversas técnicas narrativas con los estilos particulares de cada unos de ellos; eso es lo hermoso de la literatura, que permite conocer una multiplicidad riquísima de voces para descubrir la propia. En cuanto a influencias que he recibido de la literatura mexicana, a quien más debo y más he leído con gran pasión es Carlos Fuentes, cuyas novelas me han servido para ahondar en el conocimiento de mi país, pero a la vez me han dado muchas formas de abordar el lenguaje literario; también me han encantado los libros de Paco Ignacio Taibo II y Juan Villoro, sin olvidar la poesía de Amado Nervo y Sor Juana Inés de la Cruz. Sin embargo, he leído más literatura internacional que nacional, y confieso que mi escritor predilecto es John Ronald Reuel Tolkien, el creador de la Tierra Media, de quien he recibido ese amor supremo por la palabra y una estética de la magia y la épica reflejadas en mis propias obras; sin sus libros como El Silmarillion, El Hobbit y El Señor de los Anillos, mi universo fantástico llamado Aeternum no sería lo que comienza a ser, de ahí que la tradición literaria sea el sostén de toda invención. Otros de mis maestros literarios y escritores―casi todos ellos clásicos de la literatura universal―que figuran en mi lista de favoritos son: Homero, cuyas dos epopeyas impulsaron mi imaginación: lo mismo que Emilio Salgari con sus fascinantes novelas de piratas y aventuras, Alexandre Dumas, Virgilio, Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespeare, Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Gustavo Adolfo Bécquer, Robert Louis Stevenson, Walter Scott, Julio Verne, Charles Dickens, Arthur Conan Doyle, Jane Austen, Ernest Hemingway, Mark Twain, Pablo Neruda, Goethe, Lewis Carroll, Balzac, Alessandro Baricco, Arturo Pérez–Reverte y algunos más; sin exceptuar a Aristóteles, mi filósofo de cabecera. Esos son los principales escritores a los cuales acudo, tanto para leerlos como para aprender de ellos, y lo mejor del caso es que siempre responden.
¿En qué proyecto trabajas actualmente?
En realidad estoy trabajando en tres proyectos: una novela, un poemario y un libro de cuentos. La novela se titula La Calavera y El Quetzal y será la primera de una saga de piratas, que se puede clasificar dentro del género de ficción histórica. La historia se ubica a mediados del siglo XVIII, y narra las aventuras de un capitán mestizo nacido en Nueva España, conocido como Salamandra, quien al lado del Corsario de las Antillas, coprotagonista de la saga, y demás piratas de diversas nacionalidades declara la guerra al imperio español y a las demás potencias europeas: es una lucha por la libertad y por el amor. También me encuentro escribiendo mi cuarto poemario, que se titula Los días y las noches: poemas románticos, líricos, filosóficos, fantásticos, odas e himnos. Por último, el libro de cuentos pertenece a mi universo fantástico de Aeternum, y será una serie de relatos que contará historias de distintos tiempos y espacios, con muchos personajes de diferentes especies: la magia, el romance, el terror y la épica estarán presentes en Cuentos de Aeternum.