Ana Rosa Díaz Naranjo: El hueco es verdadero. La realidad cubana es un hueco.

 

Si tuviera que recomendar a un lector potencial su novela El hueco, ¿qué le diría para incentivar su interés?

El hueco maneja varias temáticas: la venganza, el rencor, la traición, el engaño, la culpa, el abandono, la mentira, el horror, la amistad, pero sobre todo el amor en muchas de sus variantes, el amor de lo sublime a lo profundo. Recomendar un libro es algo serio, y aún más, recomendarlo a un lector en potencia. Todo es cuestión de gustos; no obstante, pudiera garantizarle la estancia dentro de sus páginas, bajar hasta el fondo, vivir-conjugar-identificarse con una trama donde, la problemática cambia de rostros, sin perder su esencia.

 

Escribir desde provincias, en un país tan centralizado culturalmente como Cuba (algunos se refieren al término «país habanocentrista»), es siempre difícil. ¿Qué retos enfrenta un escritor «de provincias» hoy mismo y en las nuevas circunstancias que atraviesa la isla?

Escribir desde provincias es difícil, y más, desde una aldea (como acostumbro a llamar a Las Tunas), pero tuve la ventaja de vivir a unas cuadras del gran Guillermo Vidal, quien demostró que la literatura se hace desde cualquier sitio, incluso, desde “El hueco”, y, atendiendo a que fui su alumna, pero sobre todo su amiga, aprendí bien sus enseñanzas, sus consejos: «Escribe, no te preocupes por nada, solo escribe todo lo que venga a tu mente». Esas palabras no salen de mi cabeza. No deja de ser un reto escribir desde el estrés, la hiperactividad (dígase inquietud motora) homicida, persistente por los siglos de los siglos, en los aldeanos, dentro del infierno del que hablaba Guille, la carestía, “El hueco dentro del hueco”, el hueco de la ofuscación, el miedo a perderte, a cruzar la línea por donde transita la resignación sin dar fin a tu obra.

 

En algunos foros y eventos nacionales en la isla se ha llegado a decir de cierto «machismo» a la hora de valorar la literatura que escriben las mujeres en Cuba, pero ciertamente, al menos en las estadísticas, ya son muchos los nombres de mujeres que se destacan en las letras nacionales. ¿Qué piensa sobre esa supuesta (o real) marginación de la literatura escrita por sus colegas mujeres?

Alguien dijo que la literatura es una sola. Coincido con esta aseveración. La literatura no tiene rostro. Es cierto, el tal Machismo existe, pero, en mi opinión, muchas colegas se lo toman muy a pecho. Sin ser feminista, (pues soy de las pocas que sí pienso que no somos iguales para nada) muchas escritoras han demostrado que la obra habla por sí misma. Ana Luz García, Lourdes González, Yasmín Sierra, María Matienzo, Carmen Hernández Peña, Ena Lucía Portela, Karla Suárez, Mariela Varona, Anna Lydia Vega Serova, Maribel Feliú, Marvelys Marrero, María Liliana Celorrio, Wendy Guerra, Mildre Hernández, Leani Vento, Niurkis Pérez, Evelyn Queipo, son una muestra potencial de mi apreciación. La literatura tiene voz propia. Es asexual.

 

El hueco se lanza de cabeza contra los prejuicios sociales en dos esferas bastante polémicas: la familia y la religión. Lo curioso es que la tesis que parece defender la historia es que sólo el amor y la fe salvan… ¿Hasta qué punto es eso así en la novela y en qué punto difiere y coincide con la realidad cubana actual?

Independientemente de que el ser humano nace y en la medida que crece y desarrolla se apropia de una máscara protectora, en este archipiélago, ellas son más rudimentarias y diversas, más que máscaras son “caretas” (así de despectivas) con un importante papel en el tinglado de la escena actual. Las hay risueñas, de las que se la pasan elogiándote, adustas (todo les sale mal incluso morder al prójimo), dramáticas, (se hacen lxs locxs para ver qué entierro les hacen) conmovedoras (todo amor, y esconden los más espeluznantes secretos); en fin, tengo que reconocer que algunos cargamos varias máscaras y a veces, prescindimos de ellas por los amigos, aunque, como dice la Biblia, los lobos suelen disfrazarse de ovejas. Pero como bien describe El hueco, hay muchos tipos de amigos, muchos tipos de familias, de matriarcado, de parafilias, al igual que circunstancias límites dentro de cada humano atropellado por el deterioro de una sociedad que se abisma en las diferencias y los aldeanos lo saben, el resto no mucho, he aquí las coincidencias. El hueco, es la gruta que escoge Gustavo, el protagonista de esta novela, para esconderse, pero El hueco es también la burbuja mental, su máscara. No encuentro puntos para diferir de la actualidad-realidad cubana. Todos los puntos confluyen en un hecho. El hueco es verdadero. La realidad cubana es un hueco. Estos sitios abandonados del campo cubano existen en verdad, así como la mayoría de sus personajes y situaciones. Así que: Cualquier semejanza con la realidad NO es pura coincidencia.

En tanto, Fe es sinónimo de esperanza. La religión forma parte de la fe, y la fe nace arraigada al ser humano, no se desprende un segundo de él, aunque sus acciones lo denieguen. Dijo Einstein: el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida. Y esto, sin conocerlo, mueve al protagonista de esta historia a lo largo de sus 216 páginas. Es también el ser humano movido por este sentimiento, que, al no poder controlarlo, cruza al otro extremo y toma tonalidades perversas en su empeño destructivo. El yin y el yan, la caja de Pandora, los polos opuestos, que también son endémicos del hombre.

 

Ese enorme narrador y ser humano que fue Guillermo Vidal, al referirse a esa estética y temáticas singulares que lo caracterizaba, dijo en una entrevista que su narrativa era una especie de infiernos cotidianos múltiples, pues así de infernal era la vida cotidiana en una ciudad como Las Tunas que, decía él, tenía más de pueblo olvidado y perdido que de ciudad. Curiosamente ese espíritu se respira también en El hueco y se tiene esa sensación de sitio lejanísimo, olvidado por los hombres y por Dios. ¿Qué piensa Ana Rosa, el ser humano, sobre esa cruz de la que el personaje de El hueco y los demás personajes intentan escapar?

La complejidad del ser humano siempre nos hace escapar de algo, a algo, o de alguien, pueden ser intentos de escape fallidos, en algunos casos (la muerte). Guille fue un experto en conocer las interioridades del prójimo y tenía razón al hablar de nuestra desdeñada aldea. Muchos bromeamos (el cubano se ríe hasta de su mala suerte): Entre Holguín y Camagüey hay un puente, por aquí no pasan ni los ciclones, etc, son frases que consolidan el abandono de la aldehuela.  Es obvio respirar este sentimiento en El hueco, he respirado por cada poro de esta historia. Y así como los personajes cargan su cruz, yo cargo la mía, tan pesada y real como la de Gustavo.

 

Finalmente, ¿nuevos proyectos de escritura?

Como dije antes, las palabras del Guille jamás salieron de mi cabeza, y aunque hago muchas cosas juntas, como ilustrar libros, diseñar y construir títeres, escenografías, actuar, dirigir actores, etc, escribir hace que mi cruz sea más liviana. Tengo tres novelas inéditas, una cuarta en proceso, entre varios libros de poesía y otros mimos que le doy a mi intelecto.